La soberbia corrección política

Uno de los chistes que siempre cuento, seguramente porque está dentro de mis favoritos, dice así “Un puto –la palabra tiene que ser “puto”- estaba en la parada del colectivo y un tipo viene, le toca el hombro y le pregunta ‘¿ésta es la cola?’ y el puto responde –poniendo la voz de la sátira del puto- ‘No, más abajo’”. No es el mejor chiste del mundo, tampoco de los mejores que escuché y probablemente a muchos ni les cause gracia. A mí me recuerda quizás a mi padre, con su humor sencillo, machista y discriminador típico de la picaresca argentina de las películas de Olmedo y Porcel. Me divierte mucho, aún así entiendo que no a todos les divierte. Lo que si me cuesta entender son a aquellos que lo censuran, o peor, se auto censuran puramente por corrección política.
Muchos podrán decirme que es inaudito que alguien abiertamente homosexual como yo se ría al escuchar un chiste homofóbico, y peor que lo cuente. Podrían decir también que no es correcto que un homosexual se refiera a otro utilizando la palabra “puto”. Pero es humor. Y en ocasiones el humor se hace gracioso justamente por ser políticamente incorrecto. Varias veces estuve tentado de la excesiva corrección política, aludiendo a que “No podemos reírnos de estas cosas” pero si así fuera tendríamos que abandonar por ejemplo el humor negro.
Hace unos años –unos cuantos ya- escuchaba religiosamente el programa de radio de Fernando Peña, un programa en el que mediante todo tipo de personajes se realizaba todo tipo de humor, del bueno, del malo, del negro y hasta del más descarnado. Confieso que gracias a ese programa desarrollé una gran capacidad de reírme, incluso cuando las cosas eran terribles. Por supuesto no faltaban oyentes de “El Parquímetro” que llamaban indignados exigiendo algún tipo de corrección política cuando Fernando hacía humor con lo “puto” que era, con lo “sidoso” que era, o de tener que hacer el programa vía telefónica desde una clínica mientras se hacía quimioterapia. Todo era humor, ese era el trato que Peña tenía con nosotros sus seguidores aunque muchos no lograban entenderlo. Cada vez que lo cuestionaban decía que si se iba a hacer humor se tenía que poder joder con todo si no se veía obligado exclusivamente a hablar en serio. En aquellos principios de este siglo, con ese personaje mediático, entendí que lo políticamente incorrecto puede llegar a ser muy gracioso.
Debo reconocer también que posteriormente me tenté a pegarme a la corrección política, y fue un conflicto interno que a veces hasta el día de hoy me azota. ¿Quién en algún momento no se sintió ofendido cuando alguien utilizó palabras como “mogólico” “negro” “gorda” o “tortón” haciendo o no humor? Creo que todos en algún momento.
Aunque para algunos (y con justas razones) el humor se transforma en un escudo para decir cualquier cosa, en líneas generales todos podemos llegar a entender en mayor o en menor medida cuándo se trata de humor, y está en nuestra personalidad que nos cause gracia o no. El tema se empieza a poner más complicado cuando a la corrección política la queremos llevar a otros índoles de la vida y en ese intento de censura a lo dicho nos transformamos en seres extremadamente egoístas y soberbios.
Esa tarde cuando vi que todos hablaban del exabrupto de Cacho Castaña, googleé y encontré el momento al que se referían, porque aunque tuviera el tiempo no me dan ganas de ver todo un programa de TV y más si tengo a un click de distancia el fragmento exacto que quiero ver. Podría apuntar al contexto en el que dijo la tan desafortunada frase “Si la violación es inevitable, relájate y goza” y probablemente no nos hubiera parecido tan fuerte. Todo el tiempo estamos realizando analogías de sexo por la fuerza cuando nos referimos a los políticos. Si estuviera hablando de los tarifazos y dijera “Llegó y sin preguntar nos cogió de parados y sin siquiera vaselina” estimo que nadie se detendría en la violación per se, sino en el simbolismo que genera y se entendería que es una metáfora para afirmar con más fuerza mi posición sobre el tema. Entre otras cosas eso hizo Cacho utilizar una metáfora cuando le preguntaron por la situación política del país, ahora bien, si cuando googleaste no pusiste “video completo” probablemente sólo te haya traído el fragmento de la frase.
Es cierto que en el universo de frases, analogías y metáforas utilizar justamente ésta cuando nos encontramos atravesando una ola de confesiones de abusos sexuales por parte de figuras de poder, es al menos desubicado. Y podría manifestarlo, pero ¿hay necesidad de escrachar a este hombre, arrastrar su nombre por La Medina, exigir disculpas y acusarlo de potencial violador? Cacho Castaña tiene 75 años, se crió en otra época donde las reglas eran otras. Se crió en la misma época que se crió mi abuela que tranquilamente podría haber dicho esa frase para intentar ejemplificar de modo “gracioso” una situación. Pero mi abuela y Cacho no usan esas frases porque son unos hijos de puta, la usan porque son de otra generación. Una generación quizás más ignorante que la nuestra, más hipócrita, más machista, no lo sé. Lo que sé es que es distinta. Y lo que creo es que la forma de hacerle entender a alguien de otra generación que el presente es distinto, no es acusándolo, increpándolo o mediante el escarnio público. Es haciéndole entender, con pedagogía, educación, intentando ponerme en el lugar de quien me escucha para que mi mensaje sea bien recibido pero sobre todo, entendido. Porque ¿a quién le gusta asumir que su generación estaba equivocada, que lo criaron para ser un monstruo? A nadie. De hecho hace unos días un grupo de personas de entre 30 y 50 años salió a poner el grito en el cielo porque se enteraron que a las nuevas generaciones la serie Friends les parece homofóbica, transfóbica, machista y que no promueve la aceptación de su cuerpo tal como es. Los que se criaron con la serie creen que las nuevas generaciones no entienden nada, que se ofenden por todo. Entonces es muy posible que Cacho también crea que nosotros estamos equivocados y nos ofendemos por todo.
Indefectiblemente el mundo va a cambiar, social y culturalmente, y de otras forma también y lo deseable es estar a la altura de los cambios, pero si no podemos, si nos cuesta entenderlo ¿es justo que nos crucifiquen?
El último martes escuché otras declaraciones desafortunadas esta vez de la mano del jugador de fútbol Carlos Tevez. En una entrevista en algún programa deportivo playero dio a entender que si no llevaba a su hijo varón a su barrio, Fuerte Apache, y si no lo hacía jugar a la pelota cada tanto, entre tantas mujeres se le podía “doblar la muñeca”. A esta altura no tengo que volver a aclarar que el tema de la crianza o los hábitos que se le inculquen a un niño no influyen en su sexualidad. Yo que si soy un “muñeca doblada” me crié entre varones y gauchos en el campo haciendo cosas de hombre. Y existen un montón de “muñecas dobladas” que hacen todo tipo de actividades, de las más diversas, incluso jugar al futbol, incluso que viene de barrios como Fuerte Apache. Discusión claramente saldada, pero ¿saldada para quién? Para nosotros los que podemos leer e interesarnos por estos temas y estudiarlos, los que fuimos a buenos colegios, nos criamos en ámbitos relativamente normales, con las cuatro comidas aseguradas y también aquellos que nos creemos que nuestra opinión merece escuchada, como este blog por ejemplo, o los que queremos leer las opiniones de otros seguramente desde un IPhone.
Para aludir al término “Palermo rúcula” que le leía escribir a Horacio Verbitzky, diría que desde Palermo es mucho más fácil darnos cuenta de estas cosas, ahora bien, pongámonos en Fuerte Apache y pensémoslo desde ahí. Está claro que Tevez no tiene 75 años y es de esta generación, pero también está claro que Tevez se crió en una realidad muy distinta de los que lo juzgan por sus exabruptos, y acá vuelve la pregunta ¿es justo que lo crucifiquemos por criarse de “modo incorrecto” en una realidad distinta a la nuestra? ¿Vamos a hacerle entender a Tevez que está equivocado acusándolo de homofóbico y retrogrado?
¿En qué momento nos volvimos tan soberbios? ¿En qué momento exigimos la corrección política constante y nos cuesta comprender que quizás esa incorrección viene del humor, de otra generación o de otra realidad? Yo sé que no es lo mismo que yo diga una barbaridad en este espacio que le llega a poca gente a que si lo dice un cantante popular o un jugador de fútbol mega millonario o peor aún un presidente en cadena nacional porque se va a replicar por cuanto intersticio encontremos. Pero esto sólo nos demuestra que todavía nos hace falta mucha educación como sociedad y si de educación se trata, importan tanto los contenidos como la forma en la que estos se dan y si seguimos esa moda soberbia del SJW (en inglés social justice warrior: guerrero de la justicia social) que le grita al que se equivoca es muy probable que aprender nos cueste mucho más tiempo.

Publicado por Juani Martignone

Todo el contenido, como las responsabilidades derivadas es propiedad de quien firma.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El alrededor florece; mi cuerpo perece

Ayer un viaje, hoy una marcha, mañana una elección

La devaluación democrática