¿No te asusta lo que pensas?
Una
de las últimas declaraciones del asesor (¿?) del gobierno Jaime Durán Barba me
hizo correr un frío helado por la espalda: “La inmensa mayoría de la gente
quiere la pena de muerte”, es justo decir que no lo dijo como una expresión de
deseo sino como un radiografía de la voluntad popular, lo que es peor aún
porque no es simplemente un loco que quiere matar a eventuales delincuentes, es
alguien que nos dice que la población quiere matar a eventuales delincuentes.
Si algo no podemos negar es que este hombre sabe bastante de encuestas, lo cual
me llevó a preguntarme si esto era realmente así. ¿Somos una sociedad que
quiere la pena de muerte?
El 8
de diciembre un extranjero paseaba por Caminito cuando unos ladrones entre los
que había menores de edad le intentaron robar la cámara y lo lograron a costa
de acuchillarlo a sangre fría. Un policía de franco que por allí pasaba decide
socorrer al extranjero, llama al 911 en primera instancia, luego se abalanzó
contra los delincuentes no sin antes gritar la voz de alto e identificarse como
policía y comenzó a disparar con su arma reglamentaria. El saldo final fue con
un delincuente detenido y el otro muerto. El policía luego debió atravesar un
proceso judicial el cual concluyó con un embargo por considerarse exceso de
legítima defensa.
No
estoy hablando nada más y nada menos que del famoso “Caso Chocobar”. Y es aquí
donde la sociedad ingresa. Cuando todavía quedó inconcluso el debate del médico
Villar que mató a quien le venía a robar el auto, una gran mayoría de
argentinos salió a venerar al señor que para cuidarnos mató a un chorro. Como
si este país se hiciera grande cuantos más ladrones mata. En seguida recordé el
título irónico que Beatriz Sarlo le puso a uno de sus ensayos en la revista
Noticias para demostrar el fascista que algunos llevan dentro: Haga patria mate
a un ladrón.
Primero
que nada parece que somos fan de opinar sin conocer los menesteres de las
cosas, apenas nos enteramos de algo escupimos nuestro juicio y para no dejar de
repetir patrones de conducta social lo segundo que hacemos es abrir una grieta
donde a un lado van los que están a favor del poli y al otro los que están a
favor del chorro, y defendemos esa postura con la muerte si es necesario.
En
ningún caso se nos ocurre considerar la presunción de inocencia tanto para el
que acuchilló como para el que disparó por la espalda. En ningún caso vamos a
intentar contemplar las condiciones en las que llegan cada uno de los actores
al hecho. Un pibe excluido por completo de la sociedad sale de un reformatorio
juvenil que sólo lo volvió más delincuente y siente que si su vida tiene tan
poco valor por qué habría de tenerla de un turista que tiene la cámara de fotos
que a él le gusta o necesita y decide jugarse a robarla, total ¿qué pierde? ¿Su
vida? Esa la tiene perdida hace rato. Un tipo de clase baja no consigue laburo
y sabe que si alista a las fuerzas de seguridad va a tener al menos algo
asegurado, su plato de comida, su cobertura médica y su futura jubilación.
Dicen que lo preparan y en seis meses le dan un arma de fuego para que la porte
y la use como le dé la gana porque en eso que llamaron “preparación” mucho no
lo prepararon. A este tipo mal pago y con una pistola en la cintura se le
presenta una situación en la que puede lograr un poco redención, ya que la
sociedad no le da porque él es la yuta puta. Hace lo que puede, lo que
le sale y se equivoca quizás.
En
esta historia yo sólo veo víctimas de algo que terminó horrible porque uno está
muerto y el otro debe cargar toda su vida con el peso de haber matado a
alguien. Veo a dos personas que les falta mucho por aprender para vivir en
sociedad pero aún así que no tienen la culpa de no saberlo. Deben aprenderlo,
se los debe educar, con prisión o embargos, no lo sé. No entiendo por qué se
arman groupies de unos y de otros.
O
quizás sí. Los seguidores del accionar del policía son aquellos que seguramente
están hartos que les roben y los entiendo, de las mil veces que me robaron la
primera reacción fue querer matar a medio mundo y putear en voz alta. Pero si
realmente quiero analizar una situación para emitir un juicio justo no puedo
ponerme en el lugar de la víctima, no puedo pensarlo triste y enojado porque
esa no es la mejor manera de pensar. Acá vivimos encerrados en el discurso
“¿Qué me dirías si te pasa a vos a algún ser querido?” seguramente no diría “analicémoslo
fríamente y consideremos todos los factores”. Imaginemos lo siguiente, una
persona de La Pampa o Santa Fe que vive con HIV se queda todo el día esperando a
que el ministro de salud salga de un restaurant en el que siempre come y al
salir lo acribilla a balazos. ¿Qué vamos decir? ¿Que estuvo bien? ¿Acaso no
pensamos en la angustia y la desesperación que vivía esa persona cuando se
enteró que por un error administrativo no recibiría por un mes la medicación de
la cual depende su vida? Angustias vivimos todos, injusticias también, pero eso
no nos da derecho a salir a matar gente y si lo hacemos como el caso del pibe que
acuchilló al extranjero merecemos un castigo o mejor aún, una recuperación.
¿Qué más deseable que vivir en una sociedad en la sus delincuentes se recuperen
y aprendan a no delinquir? ¿O lo deseable es quien no sabe vivir en sociedad
debe morir? Si así fuera espero que todos tengamos el culo bien limpio porque
sino algún día nos van a venir a tocar la puerta.
La
frutilla del postre en este caso la termina dando el Estado. Si, ese mecanismo
que entre otras cosas es pedagógico el 1 de febrero se vistió de gala para que
el presidente de la Nación y la ministra de seguridad reciban al policía como a
un héroe dando así un fuerte mensaje simbólico, para mí que dudaba que tuvieran
símbolos pero sobre todas las cosas para aquellos que ese mensaje lo sintieron
como la representación de todo lo que piensan: quien mata a un ladrón es un
héroe, no importan las condiciones ni las circunstancias. En un país en donde
el monopolio de las armas lo tiene las fuerzas de seguridad se le dio un guiño
para que salgan a hacer justicia por mano propia porque el pueblo en esa los
apoya. Y no hace falta más que escuchar los comentarios de aprobación de la
gente cuando la policía tiro mansalva a metros del obelisco para atrapar a unos
ladrones de joyas a pesar de haber herido a inocentes.
Acostumbradísimos
estamos que los presidentes lancen mensajes para generar el odio hacia un
sector de la sociedad que les conviene, lo que no nos damos cuenta es cuánto
impacta en nosotros. Porque este populismo que se ejerce al avalar lo que la
mayoría piensa hace que no te asuste lo que pensas.
Publicado
por Juani Martignone
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