En boca de un mentiroso lo cierto se hace dudoso
No recuerdo bien desde cuándo
pero desde que tengo memoria de chiquito mi mamá nos leía a mí y a mis hermanas
un cuento todas las noches antes de irnos a dormir. Recorrimos miles de
aventuras los cuatro juntos desde los clásicos como “los tres chanchitos” hasta
los más desconocidos como “El osito Puly” pasando por conceptos que hoy me doy
cuenta que son bien heteropatriarcales pero también grandes enseñanzas como las
que nos dejaban las fábulas. Teníamos muchos libros de cuentos infantiles pero
estábamos lejos de los 365 (para esto no había sábados, domingos ni feriados),
por eso en un año era obvio que teníamos que repetir cuentos ya leídos y más aún
cuando exigíamos “un cuento más y nos dormimos”. A veces llegábamos a leer 5
por noche, con lo cual sucedía que la mayoría de los cuentos nos lo sabíamos de
memoria y podíamos recitarlos tal como estaban escritos a pesar de no saber
leer en ese entonces.
Cada uno tenía su preferido pero
para no caer siempre en los mismos 3 cuentos mamá nos leía otros para tengamos
más variedad. Era una negociación: ella nos leía uno a elección de cada uno
pero después debíamos escuchar otros que pertenecieran a la lista de “los menos
leídos”. Recuerdo que los que a mi menos me gustaban eran las fábulas, primero
por mi mamá no nos leía la moraleja de una, sino que nos hacía pensar y debatir
a todos cuál era el mensaje que debíamos aprender. Y segundo porque con esas
moraleja mamá nos bajaba línea de cómo debíamos portarnos. Entonces cuando nos
veía por ejemplo dejar los deberes para último momento y después el domingo recurríamos
a su ayuda nos decía “¿Qué le pasó a la cigarra? Cantó todo el verano mientras
la hormiga trabajaba y después tuvo que pedirle ayuda, bueno hay que jugar un
poquito menos durante el fin de semana y dedicarle más tiempo a los deberes
para que no les pase lo de la cigarra”.
Cuando uno crece y se empieza a
dar cuenta de ciertas cosas entiende la importancia de estas fábulas y sobre
todo a valorar el trabajo enorme que hacía mi mamá llevándonos esas moralejas a
la vida real aunque no nos gustara. Después de todo ¿a qué chico le hubiera
gustado?
Y si hablamos de fábulas que no
me gustaban para nada, la que lideraba el ranking era “El pastorcito
mentiroso”. Quizás más conocida como “Juanito y el lobo” tal como se presentó
en Los Simpsons. Esta fábula habla de un pastor, Juanito, que siempre mentía a
los aldeanos diciendo que un lobo había atacado a su rebaño con el único
propósito de divertirse. Hasta que un día el lobo apareció de verdad y cuando
el pastorcito mentiroso bajó en busca de ayuda, los aldeanos le dieron la
espalda, creyeron que se trataba de una nueva mentira. Moraleja: en
boca de un mentiroso, lo cierto se hace dudoso. Como por esos tiempos,
y hoy a veces también, me divertía mucho mentir para ver cómo los demás caían,
mamá hacía mucho hincapié en que aprenda la lección que nos brindaba esta
fábula. Por eso cada vez que descubrían alguna de mis mentiras o mi mamá o mis
hermanas me repetían la moraleja casi como un mantra. Tampoco faltaron momentos
en los que aun diciendo la verdad no me creyeron y cuando descubrieron que en
realidad no había mentido se escudaban de su desconfianza también repitiéndome
la moraleja. Motivos más que suficiente para que odie con todas mis fuerzas a
“El pastorcito mentiroso”.
El tiempo pasó y uno ya no es ese
chiquilín caprichoso que se enoja cuando le dicen que mentir puede traerte
enormes problemas y vaya si lo he comprobado. Mentiras que tapan mentiras,
mentiras que se hacen bolas de nieve, mentiras que se vuelven insostenibles con
el tiempo, mentiras que dañan, y sobre todo mentiras que cuando quedan al
descubierto te quitan toda la credibilidad.
Al parecer no todos conocen la
fábula con la que yo algo aprendí. Cuando navegamos por las redes lo vemos a
diario. Allí nadie te obliga a decir la verdad, tu trabajo no depende de ello,
si te conocen mucho o poco podrá afectarte o no el grado de credibilidad
perdida. El problema surge cuando en pos de defender un ideal mentimos para
generar una situación concreta. Durante los últimos años después de las
cataratas de mentiras que se dijeron se recordó hasta el hartazgo una frase que
aparentemente dijo Goebbels, el jefe de la propaganda nazi, “miente, miente,
que algo quedará” y en efecto, funcionó, quién pone en duda que Cristina
Fernández fue montonera, incluso no existiendo prueba alguna de esto. Todavía
seguimos escuchando la frase “Clarín devolvé los nietos” a pesar que los
herederos del grupo se hicieron los ADN y se confirmó que ninguno es nieto de
desaparecidos. Y así un montón de casos más en los que se mintió, se mintió y
algo quedó.
Ahora bien, la mentira no siempre
es una buena herramienta para convencer a los demás de una idea, a veces es un
arma de doble filo. Muy viralizado fue un tweet de una chica contando cómo un
jubilado intentaba robar medicamentos, que aparentemente no eran ibuprofeno, de
un Farmacity porque no le alcanzaba su jubilación. Pero en Twitter nada se
escapa, no te leen solamente tus familiares y los ex compañeros del colegio con
los que te reencontraste, sino que te lee todo aquel te sigue o que se encontró
con tu comentario por un retweet ya sea por aceptación de la idea o por ironía.
Y en menos de 3 minutos la mentira quedó expuesta. En Farmacity los
medicamentos te los da sólo un farmacéutico y los pone en una bolsa con candado
para presentar en la caja a no ser que ese medicamento sea una pastilla de
carbón u otro medicamento de venta libre. No hay manera de esconderse
medicamentos entre las ropas para robar. Esta vez lo único que quedó de la
mentira es que el tiro que le salió por la culata, será muy difícil creerle a
esta chica cuando nos cuente que los jubilados la están pasando mal porque en
boca de un mentiroso lo cierto se hace dudoso.
Pero si nos vamos de las redes
sociales, en el ámbito de la información decimos que la credibilidad es lo más
importante, por lo tanto es lógico pensar que mentir no está dentro de los
planes. Y sin embargo está, existen las llamadas fake news, noticias
falsas que se crean con el propósito de generar cierto impacto en la sociedad,
tal como hizo la twitera. Este jueves 3 de mayo en conmemoración del día de la
libertad de prensa, los medios tradicionales y algunos periodistas a través de
las redes (vaya paradoja) lanzaron una campaña en contra de las noticias falsas
que se divulgan en las redes por usuarios a los que llaman troll ¿acaso eso es
sólo una actividad de los trolls de las redes?
Hace menos de un año vimos como
en las primeras planas de los diarios tradicionales impresos en papel
publicaban que la gendarmería había hecho desaparecer a un artesano sin tener
un solo dato confirmado. Mucho tiempo después se comprobó que se había ahogado.
Y así lo hicieron con candidatos que ganaban y después perdieron, adjudicando
frases a alguien que nunca las dijo, o violando la intimidad de una persona
pública que cuando fue joven sufrió abusos.
Esos medios, el mismo 3 de mayo día
en el que se vanagloriaban de tener editor y profesionalismo periodístico,
utilizaron todo lo que encontraron para generar un estado de crisis al estilo
2001, con lo que eso significa para nuestra historia. Fotos de helicópteros,
títulos capciosos, recortes pensados, graphs pícaros. Todas esas actividades
que se hacen en las redes y que ellos llaman trolls, bots, call center.
Festejaron el día de la libertad de prensa diciendo lo que se les antoja sin
medir consecuencias, lo mismo que hace un twitero, pero claro ellos son la
presa, ellos sí están habilitados.
En tiempos donde los medios
tradicionales a nivel mundial se ven amenazados con desaparecer en manos de las
redes ¿qué es eso distinto que tienen para ofrecernos? Porque les cuento que en
el mar gigante de las redes sociales también existe la gente que no miente
porque no le interesa generar nada en particular, sólo hay que saber bucear. En
medio de esta amenaza lo último que deben perder es la credibilidad,
diferenciarse de la twitera que inventa robos en Farmacity, mantener la
confianza que supieron ganarse y no arruinarla con mentiras porque a la larga
veremos otro medio que cierra, otro centenar de familias sin trabajo, otro
pedido de compasión para quienes hasta ayer nos estuvieron mintiendo para
favorecerse. Veremos su caída porque en boca de un mentiroso lo cierto se hace
dudoso, y eso tiene su peso, sino pregúntenle a Juanito, el pastorcito
mentiroso.
Publicado por Juani Martignone
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