Callate varón


Existen muchas buenas ideas que devienen en grandes movimientos, ahora, ese devenir del campo intelectual al campo de los hechos en sí no siempre se hace la manera más fiel o bien estira las ideas hasta tocar límites. Así es que surgen los extremismos, las radicalizaciones, las luchas armadas, la intolerancia o el famoso “el fin justifica los medios”. La pregunta es ¿Cuándo tenemos una idea maravillosa está bien llevarla a cabo cueste lo que cueste o caiga quien caiga? ¿O tomar esta actitud se nos vuelve un gol en contra?
Dentro del movimiento feminista comienzan a sonar cada vez más fuerte algunos sub movimientos que se desprenden de éste y que para quien no está quizás empapado en temas de género puede resultarle un sopapo fuerte en la cara. Derivaciones como el Radfem o el TERF radicalizan y llevan a un límite al feminismo que tiende a ser más hembrismo que el feminismo tal como lo soñaron las sufraguistas, Viginia Woolf o Simone de Beauvoir.
El feminismo desde su concepción y definición es un movimiento que aboga por la igualdad de derechos de las personas sin importar su género, a diferencia del machismo que considera la superioridad del género masculino por sobre el femenino motivo por el cual gobierna, provee y no se lo juzga. También existe aquello que varios llaman hembrismo que sería como el opuesto exacto del machismo donde la mujer tiene superioridad por sobre el varón en cuanto a derechos se trate, y es lo que varios confunden con el feminismo. En cambio si no nos vamos tanto a los extremos pero tampoco a la igualdad del feminismo, nos encontramos con movimientos que buscan ampliar derechos para las mujeres pero diferenciándose de los varones, o sea, la exclusividad de derechos para mujeres como plantean las Radfem (feministas radicales) que entre otras cosas le dieron un giro de 180 grados a la similaridad de los sexos que sostenía Beauvoir y que requería políticas de igualdad e integración para pasar a “lo femenino” como virtud donde la diferencia gobierna y la maternidad tiene un rol central para construir un mundo más justo y humano.
Un escalón más arriba están las TERF (TransExclusionary Radical Feminists: feministas radicales transexclusivistas) que consideran que para hablar, entender, luchar y/o delinear las políticas exclusivas para mujeres hay que haber nacido con una vagina entre las piernas, excluyendo también a las mujeres trans. Todo aquel que no la tenga debe permanecer a un costado, mudo. O con la frase que hoy se puso de moda ante algún rasgo de machismo o alguna intervención masculina o trans: Callate varón.



Muchos de los que se consideran dentro del movimiento feminista ven a estas ramas como mitos de un fundamentalismo que no existe dentro de su espacio. Pero aunque parezca raro está ahí, a la vista de todos sin que podamos observarlo o diferenciarlo y lo peor es que quien no está dentro del movimiento  es lo primero que ve y por eso huye espantado.
Personalmente tuve dos pequeñas vivencias que grafican muy bien como pegan en las chicas estas premisas Radfem o TERF.
Volvía del trabajo caminando como todas las tardes y como gran caminador de esta ciudad fenomenalmente grande conozco bien cuáles son las prioridades que tengo como así también intento ser respetuoso al extremo de las normas de tránsito. El semáforo estaba en rojo, era mi oportunidad de cruzar y la calle estaba desolada por esa zona de San Cristóbal, pero claro, me olvide que desde que nuestra ciudad incluyó a la trama urbana una maravillosa idea como las de las bicisendas lo hizo como se hace todo en Argentina, a la criolla, y aunque esté buenísimo que Buenos Aires abandone los humos para coparse de transporte sustentable se olvidaron de regularlo. Motivo por el cual para un ciclista no existen manos y contramanos o semáforos rojos o verdes. Y eso sucedió mientras venía cruzando y una chica a toda velocidad en su bicicleta casi me lleva puesto de una, a lo cual le grité “¿No ves el semáforo en rojo?” y automáticamente me replicó con un “Sos un machista de mierda”. Lo que no entendió esta ciclista es que a mí no me molestaba que fuera una mujer quien estaba al mando de esa bicicleta, lo que me molestaba es que quien la condujera no respete las normas de tránsito básicas para la convivencia ciudadana, sea hombre o mujer.
Antenoche iba al chino a comprar algo de último momento y veo un revuelo bárbaro en la lavandería de al lado, también de una china. La secuencia fue que una chica que se había graduado en alguna de las facultades de la zona y había recibido la correspondiente tirada de todo tipo de alimentos en su cuerpo para mantener esa cultura bien argenta, quería lavar su ropa sucia producto de este ritual en el comercio de la china lavandera, para lo cual quedó sólo con una bombacha cubriendo su cuerpo esperando a que le laven y le sequen la ropa para volver a ponérsela. La oriental se horrorizó, no quería que estuviera así en su negocio que en pocos minutos pretendía cerrar, no estaba dispuesta a atender su pedido incluso si le pagaban porque se sentía ofendida. Un señor mayor del barrio intentó explicarle a la chica desnuda “No la obligues, ella no quiere que estes así en su negocio, se siente ofendida” “Callate varón, nadie tiene que sentirse ofendido por un cuerpo femenino, se ofenden porque son machistas, acá son todos machos” replicó la chica y su séquitos de amigos comenzaron a gritar al unísono “Callate varón”. Quizás lo que quiso explicar el señor fue a veces hay cosas que para nosotros son normales y para quien tengo al lado no lo son, obligarlo a que sea partícipe de mi normalidad no es el acto más tolerante del mundo, sea hombre o mujer.
¿Por qué este feminismo que pretende que la mujer tenga derechos por sobre encima de los demás mortales está presente hoy en día? Quizás porque algunas autoproclamadas referentes del feminismo como Malena Pichot inculcan desde su cuenta de Twitter con miles de seguidoras adolescentes  que lo mejor para una mujer feminista es otra mujer feminista y todo lo demás es sólo gente sucia.


A veces me enojo cuando algunos dicen que el feminismo no tiene que existir porque pretende la abolición del varón, pero luego me pongo en sus lugare,s leo estas declaraciones, o estas actitudes callejeras de algunas chicas y veo que esas conclusiones no salieron de la nada sino de lo que se ve. Y lo que se ve es alguien petardero como Male que tira bombas de alto impacto para lograr que todos hablemos de ella y hasta nos creamos que es una real feminista y no veamos sus hilos partidarios y de odio detrás de todo su discurso ¿Por qué? Porque vende. Poco vende la activista nigeriana Chimamanda Ngozi que afirma que la persona más feminista que conoció fue a su hermano varón, porque el feminismo también ataña a los varones, y a los gays, y a las lesbianas y a los/as trans y a todos.
El otro día ante el escándalo que produjo un “dm de coger” que le envió un chico a una chica y se leyó como abuso, un twittero a quien aprecio mucho esbozó una teoría de por qué quizás el movimiento feminista no consiguió algunos logros por los cuales luchó y apuntó a estos sectores que quieren hacer callar al varón “¿Imaginenese si los homosexuales hubiésemos callado a los heterosexuales que vinieron a reclamar con nosotros por el matrimonio igualitario?”.

Publicado por Juani Martignone
Todo el contenido, como las responsabilidades derivadas es propiedad de quien firma.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El alrededor florece; mi cuerpo perece

Ayer un viaje, hoy una marcha, mañana una elección

La devaluación democrática