Cómo llegaron ahí
Uno de los memes más graciosos que
hace unos años estaba dando vueltas por las redes mostraba imágenes imposibles:
un caballo atravesando un corral, un auto sostenido en alto por dos paredes, un
cubo Rubik
dentro de un frasco de boca angosta, y por último a Macri como presidente.
Luego tuvo sus variantes y en lugar de Macri apareció Trump en el salón oval o
Sampaoli dirigiendo la selección argentina de fútbol. El meme es la forma de
lenguaje de la actualidad que tiene la potencia de contar una historia o la
actualidad con imágenes, con independencia del idioma, la contundencia de lo
breve, el humor que lo hace bien digerible, y como todo mensaje, una fuerte
idea que subyace. Sin dudas, le cabe como anillo al dedo al mundo actual,
globalizado y sin idioma, apurado y desafecto a los largos textos, y por
supuesto expresándose constantemente. En el meme que he contado la
intención siempre fue la misma y no hace falta un texto para darnos cuenta que
los que nos preguntamos en esa secuencia de imágenes imposibles es ¿cómo
llegaron hasta ahí?
El domingo pasado se terminó de
escribir la crónica de un final anunciado y para muchos hoy podríamos estar
reeditando el meme de cómo aquellas cosas llegaron allí, esta vez con la
imagen de Jair Bolsonaro en la presidencia de Brasil. El mismo domingo
Florencia Freijo, de Economía feminista, como tantos
otros, se preguntaban sorprendidos cómo fue posible que los brasileros hayan
decidido nombrar presidente a alguien que destila racismo, homofobia, machismo
y pretende volver atrás con pasos que se habían dado por superados como la
mirada benévola hacia la dictadura militar (no fue casual que en su primer
discurso presidencial deje ver el libro que escribió el dictador y torturador
Licio Ribeiro Maciel). Y aquí es el punto en el que difiero en el mensaje que
quiere dar el meme al principio mencionado, por supuesto que en todos los
casos considero que eso que nos muestran las imágenes no debe estar ahí, lo que
no considero es la sorpresa que genera el verlo y preguntarse cómo fue posible
que semejante cosa ocurra.
La respuesta no es obvia pero si
podemos esbozar distintas teorías de por qué personajes que se supone nunca
llegarían a ocupar esos lugares hoy lo están ocupando. La periodista
especializada en internacionales y cultura, Hinde Pomeraniec, twitteó el
domingo de la primera vuelta en Brasil una de las teorías que considero más
acertadas: “Inseguridad, narcotráfico y corrupción: 3 tremas que la izquierda
deja en manos de la derecha. Tres temas que son destructivos y que son
preocupación de grandes mayorías. A dos de esos temas la izquierda no le
encuentra la vuelta. En cuanto al último, en muchos casos se subió al mismo
tren”. Un análisis tan conciso y a la vez tan específico cómo nos obliga
Twitter, la red social del debate en el que la política encontró su espacio.
A pesar de admirar a Hinde, ser
su seguidor e incluso cruzar con ella mensajes en cuanto ambos podemos, yo
considero que más que no encontrarle la vuelta, la izquierda o el
autoproclamado progresismo no incluye en sus discursos y en sus plataformas
electorales ninguno de estos tres temas. Cuando de inseguridad se trata son
especialistas en analizar la raíz de la misma: desigualdad social, falta de oportunidades,
educación. Lo cual está muy bien porque intentar erradicar una estructura
dañina es muy positivo, pero lleva tiempo ¿cómo se soluciona aquí y ahora hasta
que la balanza social se equipare, las oportunidades lluevan y la educación nos
ponga a todos en la misma línea de partida? Es una pregunta que no pueden
responder y en el peor de los casos se le hace el juego de la polarización y
terminan siempre del lado del delincuente y esto para aquellos que hemos
sufridos episodios de inseguridad es chocante porque sentimos que siempre se
empatiza con el delincuente y nunca con el damnificado. Grave error. Basta con
irnos unos pocos meses atrás y releer el debate generado en la sociedad con el
“caso Chocobar”.
Cuando esto sucede y aparece un
oportunista a decirnos que va a ocuparse de la inseguridad es justo que paremos
las orejas. Aunque este oportunista nos diga que la solución es dotar a toda la
población de un arma y que la inseguridad se resuelva con la ley de la selva.
Es una respuesta a una pregunta que nadie más responde y aunque me parezca
nefasta entiendo que alguien que está hace tiempo reclamando una respuesta
sobre algo dé por válido al único que le responde.
Algo parecido sucede con el
narcotráfico. Es cierto que es un tema difícil de solucionar pero omitirlo en
el discurso no lo hace desaparecer. Entonces cuando después de años y años
viendo como los narco pudrieron todo a tu alrededor llega alguien a decirte que
tiene la solución no sé si es lógico que la sociedad se ponga en exquisita con la
propuesta, es la única propuesta. Aunque esa sea militarizar cada rincón de las
ciudades en las que vivimos. Y en este punto es en donde también considero a
diferencia de Hinde que alguna izquierdas deben asegurarnos que no son parte de
este problema, porque hoy en el mundo vemos luchas muy progresistas contra el
narcotráfico como la que da Uruguay o Canadá al legalizar la marihuana y que el
Estado esté presente en el end to end.
En cuanto a la corrupción es muy
cierto que la mayoría de las izquierdas se han subido al tren y entonces
termina siendo lógico que eviten este tema, lo cual en ciertas oportunidades es
prudente porque cuando se los acorrala corremos el riesgo de escuchar como la
justifican. El periodista íntimamente ligado con el kirchnerismo, Hernán
Brienza, en el 2016 acorralado por la cantidad de pruebas firmes que inculpaban
de delitos al proyecto partidario que defendió a capa y espada se vio movido a
escribir una columna en Tiempo Argentino en la que instó a
hablar con verdadera honestidad sobre la corrupción, y escribió “La corrupción
– aunque se crea lo contrario – democratiza de forma espeluznante la política.
Sin la corrupción pueden llegar a las funciones públicas aquellos que cuentan
de antemano con recursos para hacer sus campañas políticas. No hay que ser
ingenuos.” Lisa y llanamente justificó la corrupción sin considerar que aquello
que se roban perjudica directa o indirectamente al pueblo, es más importante
que ciertas personas lleguen al sillón de Rivadavia a como dé lugar.
La abogada especializada en
asuntos de corrupción Natalia Volosin hizo una encuesta en Twitter para
analizar qué le pasa a alguien que apoya un partido signado por la corrupción y
la respuesta poco le sirvió, primero porque muy pocos kirchneristas siguen a
Natalia por sus denuncias y segundo porque el tema que incomoda es preferible
no tocarlo. Pero el que calla, otorga.
Creer que la corrupción es un
tema que no interesa porque es algo intangible, es subestimar a la gente y un
día se hace tangible cuando 51 personas no legaron vivan a su laburo porque en
el medio unos cuantos hicieron tejes y manejes para quedarse con la guita del
transporte que los llevaba. Entonces no me sorprende que la población se sienta
atraída por aquel que promete meter presos a todos respetando o no las
garantías constitucionales.
Es cierto que estos tres temas
que parecen banales o conceptuales, se los plantea sólo una parte de la
sociedad, esa que tiene la educación para hacerlo y algo por perder o en juego.
Quien no, no se lo plantea, sólo quiere llenar su panza hoy y mañana se verá
porque de hecho no sabe si habrá un mañana. Y entonces no le importa si para
darle ese plato comida el político afanó, hoy come. Tampoco le importa si los
narco cooptaron su barrio porque ahora puede hacerse unos mangos como soldadito
con el llamado “narco menudeo”. Ni tampoco le importará la posibilidad que
alguien en la calle lo apuñale para robarle porque si muere, su vida nada vale.
El caso de Brasil es distinto del
nuestro, más bien se asemeja más al de Bolivia, porque nos guste o no, Lula
sacó a 30 millones de personas de pobreza. Y al decir esto no se dice porque
los sostuvo con asistencialismo o les dio lujos momentáneos, sino que los hizo
ascender de clase. 30 millones de personas pasaron de clase baja a clase media
y cuando alguien pasa a clase media, los planteos son distintos porque ahora sí
hay algo por lo que luchar y algo que no se quiere perder. Ahora sí temas que
parecen banales o conceptuales pasan a estar en su agenda porque ahora saben cuánto
los perjudica. Y es entonces como vemos a la revista Veja plagada de
testimonios de ex votantes del PT que hoy eligen a Bolsonaro. Porque no es loco
pensar que se votó por decepción ante la corrupción fenomenal del lava
jato. Si Lula hubiese sido más ruin hubiese mantenido pobres a los
pobres dándole con cuenta gotas alguna dádiva para que siempre lo elijan. Sin
embargo les dio educación, y cuando alguien abre los ojos ante el conocimiento
es muy difícil volver atrás, es muy difícil hacerse el tonto como si nada
hubiera pasado. En definitiva, les dio la espada que usarían para matarlo.
Por último, para comprender por
qué no es una sorpresa la elección de alguien como Bolsonaro en Brasil es justo
considerar cómo se comportan las especies ante la evolución. Y es sabido que
ante cierto punto de evolución de una sociedad surge un stop y se tiende al
retroceso. El crecimiento no siempre es continuo y constante, existen momentos
en los que se detiene se retrotrae y se vuelve a avanzar. En la serie inspirada
en el libro homónimo The handmaid´s tale (el cuento de la
criada), el personaje de Serena (a mi entender el mejor personaje de la serie)
va revelando por qué delineo un sistema religioso dictatorial en el que se
propone volver a las raíces y la ubica a ella y a todas las mujeres en el lugar
de oprimidas, de ciudadanas de segunda clase. Es entonces que entendemos cómo
es que alguien elige una situación que la pone en desventaja. Lo elige porque
esas ventajas adquiridas que le auguraban un buen destino no cumplieron sus
expectativas y se decepcionó. En esta situación retroceder al pasado conocido,
ese que siempre recordamos como bueno, es la mejor opción. O sea, en plena
evolución, paramos e iniciamos el camino inverso.
A pesar de ser la “mala” de la
serie, la brillante actuación de Yvonne Strahovski nos hace empatizar tanto con
Serena Joy Waterford que aunque no estemos de acuerdo podemos ver lógico que
una mujer estéril en un mundo cada vez más estéril vea que el problema de la
poca población y el fin inminente de la raza humana se dé por prevalecer tantos
derechos individuales. Que las mujeres deciden sobre sus cuerpos, deciden
no ser madres, deciden casarse con otras mujeres, deciden abocarse a su
carrera, deciden no considerar el mandato social y sumado a las tecnologías, la
polución y el desapego a las religiones da como producto un mundo sin nuevos
nacimientos. Es lógico que ella crea que “se fueron de mambo” y tenga que reubicar a
la mujer (de hecho escribe el libro “El lugar de la mujer”) volviendo unos
pasos atrás en donde ellas sólo querían tener marido, hijos, se dedicaban a
ellos y su misión era complacerlos.
Podría sonar anticuado pero así se pobló el mundo y volver atrás es una opción
viable para alguien que está desesperado buscando una solución a un problema
destructivo.
Quizás en Brasil piensan como
Serena Joy, o quizás abrieron los ojos y se decepcionaron, o quizás le dieron
la oportunidad al único que respondió ante sus reclamos. No lo sé. Lo que sí sé
es que quienes tenemos la posibilidad de pensar estos temas, tenemos la
obligación de poner nuestra cabeza en frío, no dejarse llevar por fanatismos y
estar atentos, muy atentos, porque otra cosa que la historia ha comprobado es
que el “efecto contagio” en la región es muy posible.
Publicado por Juani Martignone
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