Más iguales que otros


Uno de mis libros de cabecera es el clásico y reconocido “Rebelión en la granja” de George Orwell, que no es más que una gran metáfora de la revolución bolchevique y el comunismo ruso. Lo que aún me impacta tanto por lo actual como por lo real, es la mutación silenciosa y paulatina de las libertades sin que el pueblo crea que las está perdiendo. Para ser más claro (y acá pongo el aviso de spolier alert para que nadie se queje) al comienzo de la revolución se les cuenta a todos los animales en el estado de opresión que se encontraban y es entonces que en la graja se enteran que todos tienen los mismos derechos bajo el lema “Todos los animales son iguales”, pero luego a medida que las cosas van sucediendo ese lema, que en realidad lo planteaban como un mandamiento, se transforma a una versión mejorada que profesa “Todos los animales son iguales pero algunos animales son más iguales que otros”
Aunque este sea un libro que trata de animalitos que se dan cuenta de su potencial, sus derechos y la opresión de los granjeros bajo la que viven, no deja de ser una fábula mordaz de la realidad y de cómo estas cosas pueden terminar.

All animal are equal: todos los animales son iguales


El momento de la revolución sin dudas es el mejor porque es el que enamora. Darse cuenta que uno está viviendo en una cárcel invisible y que no hay motivos para estar dentro de ella es una de las sensaciones más hermosas, uno se siente libre. La mejor frase para mi gusto es la dijo Florencia Etcheves cuando describió lo que fue para ella (y para mí fue exactamente igual) adherirse a la lucha feminista luego de años de replicar las matrices machistas “Viste cuando decís que molestia y alguien apaga la música y decís ¡Ah era eso!”. Abrir los ojos te hace libre y aunque estés luchando como loco también te sentís relajado porque ya sabes dónde está el problema y qué es lo que hay que erradicar.
Estos trabajos siempre son personales, pueden pasar modas, grandes revoluciones pero uno solo un día levanta los párpados y ves todo con una claridad que espanta, sobre todo, porque estas cárceles encierran que a todos por igual afecta cualidades humanas y como ya nos dijo el chancho mayor de la granja “Todos los animales somos iguales” por lo tanto todos lo sufrimos de alguna forma. Ricos, pobres, altos, bajos de derecha o de izquierda, todos. Es impresionante la transversalidad de los derechos, sino recordemos si podemos decir que cualquiera de los últimos derechos sociales obtenidos es potestad de algún sector. A pesar de la creencia popular no hubo derecha, izquierda, peronistas, radicales o socialistas cuando se debatió el divorcio, el matrimonio igualitario o el aborto, estaban los que estaban a favor y los que estaban en contra y cada uno de esos grupos un popurrí de varios sectores, de todos.
El problema surge, tanto en el libro como en la realidad, cuando nos empezamos a dar cuenta que esa igualdad no era esa panacea prometida porque de repente me veo igualado a gente con quien no comparto algún que otro ideal, historia, clase social, status o poder adquisitivo y entonces aparecen aquellos que empiezan a ponerle reglas a la igualdad para que no sea tan igual, o sea, “Todos los animales somos iguales pero algunos animales son más iguales que otros”.
Surgen aquellos que bajo el discurso de “no se puede luchar por X y ser Y o venir de Z lugar” cercenan de a poco la libertad, la partidizan, la condicionan, te hacen saber que vos no sos digno de esa libertad porque no sos sólo un humano, sos un humano que piensa de una forma que a mí no me gusta.
Ejemplos hay muchos y actuales, quizás el más gráfico sea el de Malena Pichot decretando que no se puede ser feminista y de derecha a la vez porque según ella los derechos como mujer y los derechos feministas sólo los pueden gozar y luchar por ellos aquellos que ven la política de un modo particular, los demás no. Porque no vamos a negar que todas las mujeres son iguales ante los derechos pero para Male algunas son más iguales que las mujeres de derecha. Si hubiese escuchado a la diputada de ultra derecha Silvia Lospennato cerrar el debate del aborto con un discurso mega feminista en el que demostró que llorar en plena sesión no es signo de debilidad sino de fuerza quizás se sorprende. Pero seguramente no se tomó ese tiempo porque Silvia no puede luchar por esa causa no es tan igual como las mujeres todas iguales.
También para quienes hacen el suplemento feminista Las 12 de Página 12 que consideraron que la primera mujer que logra ocupar el puesto de gobernación de la provincia más importante de país en toda la historia argentina rompiendo con el legado patriarcal y machista no mereció la tapa, ni siquiera un tabloide. Quizás movidas por el mismo concepto que la movió a Pichot: segregar por ideología. Porque en la batalla ideología/derechos gana la ideología siempre. Porque todas las mujeres que logran romper el techo del patriarcado son iguales pero algunas son más iguales que otras y Vidal parece estar dentro “las otras”.
Parece que el feminismo consigue pocas victorias porque suele pecar de segregador y un tercer ejemplo es el debate que armaron algunas feministas desaprobando la performance de Jimena Barón sobre la violencia de género por ser una chica que muestra mucho el culo y lo hace en Showmatch. Como la hermana de Daria midiendo la cantidad y calidad de popularidad de los chicos de su colegio, un grupo de feministas le midió la calidad al feminismo de Jimena Barón porque como todos sabemos todas las feministas son iguales pero algunas feministas son más iguales que otras. Incluso el feminismo también se mide desde quien lo emite, no es lo mismo si lo emite Rial invitando a Señorita Bimbo que si lo emite Tinelli invitando Barón porque parece también que los promotores de la cultura plástica y vacía son todos iguales pero algunos promotores que son más iguales que otros. 


Ahora bien, si creemos que esta segregación ante la igualdad sólo se da en el feminismo estamos equivocados. Pensemos en los derechos humanos. Si lo pensamos de la manera más básica que la podemos pensar podemos decir que son derechos que puede gozar todo ser humano. Sin embargo en Argentina desde que las agrupaciones de derechos humanos se partidizaron esto no es tan así ¿Acaso vimos a Estela de Carloto, Hebe de Bonafini o a Adolfo Pérez Esquivel acompañar a los familiares de las víctimas de la tragedia de Once? ¿Acaso el hecho de llegar vivo a tu trabajo no es algo que pueden gozar los seres humanos aunque esa tragedia afecte directamente al proyecto que defienden  los defensores de los derechos humanos? Parece que no se puede pedir por el derecho a la vida si eso afecta al partido político de tu defensor, dejándonos bien en claro que todos los humanos somos iguales pero algunos humanos son más iguales que otros.
El último caso que dictaminó las condiciones para ser libre fue la ya famosa Marcho del orgullo. Este año por cuestiones ideológico-partidarias se decidió que el recorrido no será desde Plaza de Mayo al Congreso como idearon Jáuregui desde Gays por los derechos civiles y los miembros de la CHA (comunidad homosexual argentina, organización que entre otros también fundó Carlos Jáuregui) para aquel año 1992 en el que se le pedía al Congreso que legisle para la igualdad, de hecho la caravana velatoria del mismísimo Jáuregui fue desde Plaza de Mayo al Congreso. Hoy se decidió que será al revés desde el Congreso a la Casa Rosada como señal de descontento con el presidente de la Nación. Porque parece que no existe homosexual que le simpatice ni un poco Mauricio Macri y si eso sucede no será lo suficientemente homosexual. Emulando a Male Pichot no se puede ser homosexual y del PRO a la vez, Peter Robledo deber ser una inteligencia artificial. Por lo tanto aquellos que lo hayan votado y pertenezcan a la comunidad LGBTIQ no podrán gozar de los derechos, sólo podrán gozar quienes rechazan al presidente.
Otro motivo por el cual aludieron al cambio histórico del recorrido es que se les hace un reclamo a la iglesia. Y acá funciona de la misma manera: si sos del colectivo LGBTIQ no podes ser católico, judío o musulmán no está explicitado así que hasta ahora se permite.
Pero el cambio de recorrido no fue sólo el motivo por el cual varias organizaciones LGBTIQ como la CHA y Mujeres Trans argentinas, entre otras, se retiraron este año de la marcha, el otro motivo fue por las consignas que se plantean: Basta de genocidio trans/travesti. No al ajuste, la violencia y la dicriminación. Macri y la Iglesia son anti-derechos. Además plantean 22 consignas más (si VEINTIDOS) que van desde “Libertad a Milagro Sala” hasta “No al FMI” pasando por “despenalización de del consumo de drogas simples”. Se sacó el pedido histórico de cupos laboral trans y se obvió un pedido que viene sonando hace mucho tiempo que es asegurar la provisión de medicamentos para VIH. Eso sí, entre las consignas está el pedido de producción nacional de misoprostol.


Las agrupaciones que se retiraron dijeron, creo que con justa razón, que la cantidad de pedidos hacen que se pierda el foco en lo realmente importante, que aunque la pata política siempre fue importante, partidizar una marcha hace que el reclamo de toda la comunidad LGTBIQ se vuelva un reclamo político partidario con el que no toda la comunidad está de acuerdo. Y la comunidad tiene varios reclamos urgentes nos afectan como comunidad más que como eventuales votantes de Milagro Sala.
El fin de semana fui a ver la aclamada Bohemian Rapsody que cuenta la historia de Freddy Mercury y salí con algo de sinsabor al notar que nada se cuenta sobre la sexualidad del cantante y de cómo contrajo VIH y cómo los trataban a los enfermos de VIH en los 80. Cuando leí artículos relacionados con la película me enteré que fue una decisión del director no abordar esos temas “oscuros”, que era mejor algo más positivo y ATP (apto para todo público). Porque parece que ser homosexual y tener VIH es una deshonra tal digna de ocultarse. Aun vivimos en este mundo y cuando tenemos la posibilidad de quejarnos de estas cosas elegimos una consigna que podemos utilizar en cualquier marcha de cualquier agrupación política como “No al FMI”. Por eso parece que para los organizadores que quedaron de la Marcha del orgullo todos los homosexuales son iguales pero algunos homosexuales que son más iguales que otros. Y esos otros son los que no pueden levantar carteles, gozar de derechos, deberán plantearse su homosexualidad poniendo el voto en la urna.
Y acá es cuando hablo como homosexual. Decir que todos somos iguales (Todos los animales son iguales) no significa que seamos iguales en pensamiento, usos, costumbres o pertenencias políticas, debemos ser todos iguales ante los ojos del Estados que nos debe incluir pensemos como pensemos, votemos como votemos. No todos los homosexuales creemos que Milagro Sala es inocente, no todos consumimos drogas simples, no todos queremos que Macri se vaya antes de tiempo. Comprender eso es comprender la diversidad y una vez comprendida exigir un trato igualitario justamente para respetar todas nuestras diversidades, las humanas, sexuales y también las políticas.
No seamos como aquellas ovejas de “Rebelión en la granja” que balaban repitiendo el discurso que el chancho les decía. Cuando nos prometen que Todos los animales son iguales velemos porque eso suceda y no dejemos que este país se transforme en un lugar donde algunos más iguales que otros.       

Publicado por Juani Martignone
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