Pañuelos verdes, pañuelos celestes

Este año sin dudas tuvimos una de los debates que hicieron historia en nuestro país: el debate por legalización del aborto. Y entre todas las cosas que nos dejó, hoy una división entre pañuelos verdes y pañuelos celestes reina en nuestra sociedad producto de ello.
¿Existe tal división? Por supuesto. Yo que cuelgo mi pañuelo verde tengo una concepción del Estado que pretendo, un estado igualador que nos brinde las posibilidades y las garantías para que todos podamos hacer lo que nuestra conciencia nos dicte sin joder al de al lado, ya sea casarme con alguien del mismo sexo o interrumpir mi embarazo, sea cual fuere la decisión que tome, por los motivos que crea pertinentes, pretendo que el Estado esté allí para cuidarme. No quiero un Estado que persigue a alguien que toma una decisión que no concuerda con mis creencias, eso son los pañuelos celestes. Tienen una concepción de la vida, que muy probable que yo también tenga, en cambio ellos pretenden imponerla a la sociedad.
Claramente hay una diferencia. Claramente se va a generar una división. Una división marcada por principios, aspiraciones y pretensiones. No es una grieta. Una grieta es una apertura caprichosa que sucede de repente, es incontrolable y cuando menos te lo esperas la tierra se rajó y unos se encuentran de un lado y otros del otro y en medio un abismo los separa, un abismo imposible de sortear. A diferencia de la grieta política inaugurada en el gobierno anterior que me puso en frente de familiares y amigos siendo blanco de sus insultos y repudio sin haberlo buscado, la división verde y celeste se elige, uno no se ve envuelto en ella. Tamaña diferencia.
Cansadísimo estoy de explicar que esta división nada tiene que ver con lo político partidario y para ejemplificarlo sólo diré algunos nombres rimbombantes del movimiento verde: Silvia Lospennato, Gabriela Cerruti, Malena Galmarini, Martín Lousteau. Les dejo a ustedes que busquen a qué partido pertenece cada uno y se fijen si es un movimiento con fines electorales o partidarios. Creer eso es bajarle el precio. Y creer que simplemente son banderas de moda que pueden unirse con fines electorales es insultar los ideales que representan.
Entre otras de las tantas cosas que generó el debate, fueron los colectivos, gente que se agrupó con distintos fines. Por ejemplo los que están a favor de que el aborto siga siendo clandestino armaron un partido político con interés en presentarse en las próximas elecciones: el partido celeste. Además lanzaron el movimiento “Con mis hijos no te metas” en el cual pretenden que la educación sexual se dé sólo en ámbito intrafamiliar, o sea, en el mismo ámbito donde se producen el 93% de los abusos sexuales según Unicef. También desde un canal de TV católico (su fiel brazo armado) alertaron de los “peligros” de las vacunas basándose en sentimientos y teorías ya refutadas, poniéndonos en riesgo a toda la población. Crearon un grupo multitudinario en Facebook que consigue certificados truchos de vacunación. Claramente elijo no estar de este lado de la división.



Por el lado de los pañuelos verdes también se crearon varios movimientos, uno referido a la campaña de la separación de la Iglesia del Estado que considera dañina la intervención de la Iglesia católica en la política; una red de contención, información y prevención para aquellas mujeres que deciden abortar y una red de ayuda legal a las víctimas de violencia machista que entre ellas se encuentra la hoy conocida abogada Sabrina Cartabia pero que muchos la conocemos desde hace tiempo como la twitera @MissOprostol. Además de estos movimientos (cabe aclarar que ninguno es con fines político partidarios) se creó el colectivo “Actrices Argentinas” que unió a 500 actrices de todo tipo y color (acá también cabe aclarar que no existen pertenecías partidarias, ya que están la confesa admiradora de Cristina Fernández, Nancy Dupláa, la esposa de Martín Lousteu, Carla Peterson y las estrellas del pop Lali Espósito y Ángela Torres más ligadas a Cambiemos) en un movimiento que se alza contra la violencia machista instaurada en todas sus formas. Su última acción fue la ya conocida denuncia colectiva al actor Juan Darthés por violación a la actriz Thelma Fardin.



Como en este país estamos acostumbrados a ver quién dice, cómo dice y de dónde viene el que dice, se registraron comentarios referidos a cómo lo dijo, de qué forma lo dijo, las acompañantes de la que dijo, las simpatías políticas de algunas presentes, el lugar físico en el que se dijo, el video, el maquillaje, las lágrimas posiblemente actuadas, el lenguaje inclusivo, los pañuelos colgados y toda aquella cosa que pudiera descalificar lo que realmente importa, que es lo que dijo: que fue violada a los 16 años (menor de edad) por un adulto de 45 años en el contexto de una gira de un programa infantil. El día que nos empiece a importar más el mensaje que el mensajero quizás podamos entender más al otro evitando rajaduras caprichosas que forman abismos entre nosotros llamadas grietas.



El impacto fue tan grande que miles de personas salieron a contar sus testimonios por todas las redes sociales, mujeres víctimas de todo tipo de acosos, varones que por primera vez después de décadas se animan a contar que fueron violados e hijos que denuncian a sus padres de violación. Un movimiento enorme, impactante y sobre todo triste. Cada testimonio revela la normalidad de estos actos en nuestra sociedad, el sufrimiento, lo difícil que es romper con el pacto de silencio, las marcas que quedan de por vida, el pedido de nunca más.
Ante este movimiento tan gigante los pañuelos celestes no quisieron quedarse afuera y acusaron al colectivo de actrices de adueñarse de una causa que les pertenece a todos por igual, incluso algunos de los llamados “senadores percha” (quienes votaron a favor de que el aborto siga siendo clandestino) se quisieron sumar a la movida colgando un cartel con el hashtag que lleva este movimiento: #MiraComoNosPonemos.  



Por supuesto que yo no soy quien para indicar que la casa se reserva el derecho de admisión y permanencia dentro del movimiento de denuncia de violaciones, pero pensemos por un instante qué hicieron los pañuelos celestes y qué hicieron los pañuelos verdes para llegar hasta aquí.
Los verdes intentan impulsar la implementación de la ESI (educación sexual integral) en la que un niño puede comprender cómo es su cuerpo, cómo decide sobre él y que nadie más debe regir sobre él, de hecho en colegios en los que se aplica varios chicos descubrieron que era anormal que un adulto los tocara aunque ellos no quisieran. Los celestes irrumpieron en los colegios para que esta educación no se brinde porque “con mis hijos no te metas”.
Los verdes quieren separar a la Iglesia del Estado. Los celestes tiene como aliado a la iglesia, una institución multidenunciada desde hace décadas de abuso sexual infantil ¿si es un movimiento que a todos les pertenece por qué no denuncian a los curas violares?
Los verdes se alzaron al grito de “mi cuerpo, mi decisión” diciéndoles a todos que nada ni nadie puede decidir sobre tu cuerpo si vos no querés, incluso el Estado. Los celestes pretenden que el Estado decida sobre aquellas mujeres que quedaron embarazadas sin desearlo obligándolas a ser madres de todos modos, o sea, permiten que alguien más decida sobre tu cuerpo, en este caso el Estado.
Las verdes se juntaron, armaron un bloque de contención, le dieron asesoría legal y ayudaron a que una chica pueda romper el silencio y denunciar un mal que la atormentará de por vida. Los celestes armaron un grupo de tareas y fueron a los hospitales a detener un aborto legal producido por una violación.


Los verdes repudian la violación en todas sus formas. Los celestes pretenden que en caso de violación se continúe igual con el embarazo.


Cuando los verdes dicen “NO es NO” es NO cualquier circunstancia, lo comprenden e intentan actuar en consecuencia. Cuando los celestes escuchan “NO es NO” lo apoyan según el tipo de NO, porque si una madre dice “NO quiero continuar con el embarazo” ellos dicen, no me importa tu NO, lo importante es el “SI a la vida”.
Los verdes escrachan al machista. Los celestes le creen a Juan Darthés.



Los celestes nos prometieron acompañar a toda mujer que esté en una situación en la que tenga un embarazo no deseado y hasta ahora no han hecho nada, exigen sumarse a un movimiento de denuncia de violaciones que ellos mismos no supieron armar porque sistemáticamente fueron cerrando puertas.
Esto no es una guerra entre verdes y celestes. Esto no es una grieta caprichosa. Esto es una toma de posición ante temas muy puntuales con su consecuente toma de acción. Acá no echamos a nadie ni le bloqueamos el ingreso a nadie pero no pueden ir juntos en un movimientos personas con valores diametralmente opuestos.
No es una cuestión de bandos, es una cuestión de valores.
           
Publicado por Juani Martignone
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