Pre justicia
En las primeras respuestas que
nos tira el buscador, un prejuicio es el proceso de formación de un concepto o
de un juicio sobre una persona de forma anticipada que generalmente es
negativa. Casi, casi como que la misma palabra te lo dice. Antes de que un
juicio suceda, antes de que la justicia se expida uno ya emite su veredicto
cuando emite un prejuicio, cuando prejuzga.
Todos prejuzgamos en mayor o
menor medida desde el momento que leemos el curriculum de alguien a quien
queremos tomar, hasta cuando elegimos tomar ese camino “porque es más seguro”.
Y lo cierto es que hay juicios que terminan confirmando nuestros prejuicios y
otros que no, porque claramente hay prejuicios más fundados y menos o nada
fundados.
Los fundamentos que uno toma para
emitir un prejuicio son variopintos. Los más fundados van desde la experiencia
(“en siete oportunidades ocurrió esto, bajo las mismas circunstancias, esto se
trata de una octava oportunidad”) la comparación (“en todos los lugares que
pasó esto terminó así, nosotros que estamos pasando por lo mismo vamos a
terminar igual”) o la lógica (“si te doy uno por mes y al final el año tenes
treinta y seis está claro que te quedaste con algo de alguien”). Pero también
están los menos fundados basados en cuestión étnico/racial/religioso (“los de
esa religión son todos así”) los prejuicios culturales (“alguien que practica
tal o cual cosa es del tal forma”) los políticos (“nada buenos viene de este
partido político, no necesito leer nada, es malo”) o peor aún esos a los que
llaman “cuestión de piel”, esos que no puedo fundar pero emito veredicto igual,
porque tengo ese presentimiento.
Querer erradicar los prejuicios
sería una estupidez porque son potestad de las masas, de los que ignoramos, de
los que no somos técnicos ni nos exigen pasar por procesos de verdad para
expresarnos. Es nuestro entretenimiento, nuestra formación de ideas pero claro,
también nuestra deformación de la realidad. Por eso es necesario que ante tanto
prejuicio circundante siempre exista alguien o algo que compruebe la veracidad,
que emita un juicio fundado en pruebas irrevocables para erradicar los
prejuicios que rodean al tema. Ese es el trabajo de la justicia, el trabajo del
poder judicial.
En el trabajo de buscar la verdad
respecto de caso de Lucía Pérez, la chica que apareció en una salita de
emergencias casi sin signos vitales y según las primeras pericias informadas
con signos de abuso y de “empalamiento”, la justicia determinó que la verdad es
que nada de eso sucedió.
¿Puede suceder esto? En principio
es raro que una perito admita que le llamaron la atención las lesiones en los
genitales y luego seis peritos sostengan que no hay signo alguno de abuso. Es
raro que una jueza salga a hablar en rueda de prensa de un “empalamiento” y
daños inhumanos y luego nadie pueda encontrar un solo indicio de daño. Es raro.
Otra vez los peritajes. Otra vez peritajes mal hechos o ni siquiera hechos.
Otra vez una serie de desprolijidades que comete la justicia en los primeros
minutos del hecho que son claves para saber qué sucedió y entonces todo se
empantana. La verdad se encuentra cada vez más lejos y otra vez pareciera que
vamos camino a no saber nunca qué sucedió y entonces reinarán nuestros
prejuicios como la verdad del caso.
Pero el poder judicial es el
encargado de emitir un fallo, un veredicto, una condena y entonces ¿cómo lo
resuelve? Como nosotros, como los que ignoramos y a los que no se nos exige un
proceso de veracidad sobre nuestras declaraciones, con prejuicios. Si, la
justicia, bajo ese lema que es subjetiva porque la objetividad no existe y que
está bien que represente ideales, falló como sus ideales le dictaron y
basándose en los prejuicios. Y si creemos que eso no es posible acá les dejo
las 66 fojas del fallo para que lo lean detenidamente como yo y entiendan de
qué les hablo:
Este fallo judicial y ninguno de
los peritos de causa pueden afirmar con exactitud la causa de la muerte “todo
indicaría” “lo más probable” es que murió por una sobredosis pero no pueden
demostrar ninguna prueba de ello, porque claro las pericias fueron
insuficientes o ya es tarde. Lo que si queda muy claro en el veredicto es que
no existió abuso ¿claro mediante pruebas? No, claro mediante un manojo de
prejuicios que se tienen sobre el sexo, las drogas, los adolescentes pero sobre
todo sobre las mujeres. Todos esos prejuicios de una cultura profundamente
machista.
En el fallo intentan construir la
idea de que Lucía era una persona con malos hábitos “la misma tenía más de 20
faltas en el colegio por haberse quedado consumiendo estupefacientes, que tenía
relaciones con todos los que le gustaban” en definitiva una vaga, puta y
drogadicta ¿cómo queremos que termine? Además hacen hincapié en la libertad
sexual que ejercía la víctima como un aspecto negativo que sólo puede llevarte
a la muerte cuando dicen cosas como “también fue acreditado que sólo mantenía
relaciones sexuales con quien ella quería” queriéndonos decir que ¿ella se lo
buscó? ¿Acaso elegir con quien tenés sexo implica que no existe violación
porque elegiste? Y si existe, vos elegiste. Porque como dicen “Lucía no estaría
con nadie sin su consentimiento” o sea que debemos entender que ella accedió a
que eventualmente la “empalen” entonces por eso no hay delito. Y accedió
estando puesta hasta las trancas entonces deberíamos considerar que fue una
decisión bien pensada.
Y no sólo le cargan las tintas a
la víctima que tenía una vida de excesos, de riesgos, que entendía lo que
sucedía y hacía lo que se le cantaba dándonos a entender que este final es el
que ella decidió para misma. También buscan exonerar al varón de toda culpa y
cargo diciendo “Lucía tenía 16 años y Farias 23, por lo que sería muy forzado
hablar de una situación de desigualdad o superioridad, sobre todo teniendo en
cuenta la personalidad de Lucía” porque claro todo sabemos que un varón 7 años
mayor que vos que te tiene las drogas que te gustan no ejerce ningún
tipo de superioridad porque vos tenes una personalidad fuerte. Por otro
lado la rematan con un prejuicio digno de kingergarden “Farias, este último
compró facturas y una Cindor para compartir con Lucía en su domicilio. Es
evidente que estas actitudes no son asumidas habitualmente por las personas con
intención de cometer un hecho tan aberrante como por el que resulta acusado” O
sea que para un juez es excluyente que cuando alguien te compra facturas y una
Cindor sólo quiere tener buenas intenciones. Desconocen que un pedófilo para
enganchar a un niño lo primero que hacen es comprarle una golosina o se olvidan
del caso de tipo que estaba con su mujer y sus abogados en su casa tramitando
el divorcio en un clima muy apacible y de repente se levantó y la asesinó a
sangre fría delante de todos los presentes. Esto nos deja una sola conclusión:
si van a violar a alguien antes cómprenle una Cindor y facturas y listo nadie
puede creer que violaste a nadie.
Así se maneja nuestra justicia. A
todos aquellos te dicen “que lo diga la justicia” ¿qué justicia? ¿Esta? Bueno,
habló y miren como fundó sus dichos. A todos los que festejan los
sobreseimientos que les convienen sepan que quienes dejan libre de culpa y
cargo a alguien lo hacen basándose en estos argumentos. Aquellos que no quieren
un peritaje serio y como corresponde porque les va a contradecir el prejuicio
que ya formaron en sus cabezas sepan que así nunca reinará la verdad sino
aquello que podemos prejuzgar.
Y si sos varón y el feminismo no
te toca y no tenes miedo, o sos mujer pero te comportas “como se debe” para que
esto no te pase, quiero que se enteren que esta justicia que emite sus fallo basándose
en sus prejuicios como una especie de “PRE justicia” mañana te va a toca a vos
cuando vayas a un juez por una nimiedad como que el árbol del vecino se pasó
para tu casa y ellos entiendan que te lo buscaste porque averiguaron que vas 2
veces por semana al bingo y sos un jodón.
La justicia y las injusticias nos
tocan a todos por igual. Exigir saber qué sucedió no es golpista y aceptar que
sucedió algo distinto a lo que creíamos no es de tibios, es de a poco colaborar
todos para tener una sociedad un poco más justa.
Publicado por Juani Martignone
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