Caiga quien caiga
Alguna vez Slavoj Žižek dijo que
la ideologías iban a morir, otra vez, más cerca en el tiempo, nos dijeron que
la solución a todos nuestros males era mucha más ideología. Lo cierto es que
siempre estamos discutiendo sobre ideologías y ellas siguen ahí, sin morir y
solucionar nada. Ni dos bombas atómicas, ni los juicios de Nürnberg, ni las
nueve mil millones de películas que se hicieron sobre el tema lograron detener
que hoy a más de 70 años sigan existiendo grupos neo nazis. Y pasaron más de
100 años, campos de concentración, miles de millones de asesinados por la causa
y hoy parece que el comunismo le encuentra la solución a los problemas
transando con el capitalismo como lo hace China o yendo a Davos como lo hizo
Cuba últimamente.
A mi entender el problema nunca
fueron las ideologías, pensar es gratis, es único y personal y aunque nos
puedan sacar todo y si no padecemos algún tipo de enfermedad mental, nuestras
ideas siempre prevalecerán, aún si no son capaces de arreglar nada.
El problema está en cómo las
llevamos a cabo. Y aquí entra en juego nuestro egoísmo, el querer ver nuestras
ideas en ejecución aquí y ahora, y eso indefectiblemente nos lleva a la
imposición, al ir por todo, a los “daños colaterales”, porque si vamos construyendo
muy de a poco corremos el riesgo de nunca verla implementada, o lo que es peor
para algunos, que la ideología no llegue “pura”, que sufra modificaciones producto
de concesos.
Yo a las ideologías las discuto,
no pretendo cambiarlas e intento construir las propias aunque nunca las vaya a
ver puestas en marchas. Alguna vez escribí en este espacio que la lucha por la
ley de aborto legal, aunque no haya salido ley, fue muy productiva para
encontrarnos, ponernos de acuerdo con distintos y seguir en la marcha, y
también escribí que aunque nunca llegue a verla hecha realidad, quiero mirar a
los chicos del futuro y decirles que hice eso que pude a pesar de no salió.
Me considero feminista y la mayoría
de las discusiones las tengo con propios y casi nunca con ajenos. El lenguaje
inclusivo, el feminismo de cartón de Jorge Rial, la doctrina separatista de Julia
Mengolini y la del choque de Malena Pichot son causas que algunas feministas
abrazan con vehemencia y yo las discuto cada vez que tengo un segundo libre.
Pero discutir no nos separa, por el contrario, nos enriquece, nos ayuda a
mejorar, nos prepara para que el futuro nos encuentre más fortalecidos.
Discutir nos hace comprender que quizás nuestra ideología no solucionará
algunos problemas y que justamente eso es un problema. Discutir entre nosotros
nos hace bajar la espuma para no ir por la vida atropellando a todo el mundo
para que hagan “lo que yo digo”.
Por eso cuando veo que en otros
espacios ideológicos a los que no pertenezco no hay lugar para discusión y es
la simple ejecución de una idea o una consigna a como dé lugar, no tengo más
que expresar mi repudio, pero sobre todas las cosas mi preocupación.
Mi intención no es discutir la
ideología de pañuelo celeste, ni cómo surgió, ni por qué se hacen llamar “provida”
y mucho menos la veracidad y prestigio de sus referentes. Hoy mi intención es revivir
una pregunta vieja y que creí que estaba saldada con la caída del muro de
Berlín pero que en apariencias no: ¿Es justo llevar a cabo una ideología caiga
quien caiga? ¿En algún punto no llegamos a contradicciones ideológicas?
La consigna de este movimiento
reza (en el amplio sentido de la palabra): “Salvemos las vidas”. En primera
instancia y a nivel discursivo ¿Quién puede negarse a salvar vidas? Podríamos
decir entonces que estamos frente a un movimiento que su función es netamente
humanitaria. Salvar vidas en peligro, pero también, entiendo, que es salvar las
vidas que se encuentran en curso porque la vida no es mero acto nacer, algunos decían
que para honrarla también había que permanecerla y transcurrirla, por eso ¿Qué
sentido, además del meramente biológico, tiene tener vida si será una vida de
sufrimiento?
Los últimos días pudimos
enterarnos de un caso en la provincia de Tucumán en el que a una niña de tan
solo 11 años los llamados grupos provida, la iglesia católica y el Estado con
una clara tendencia ideológica provida también, la hicieron pasar por una serie
de torturas dignas del Medioevo. Para simplificar el drama, la violaron, la
embarazaron, rogó que le saquen lo que el viejo le había metido adentro, se lo
negaron, lo dilataron, lo judicializaron, armaron vigilias en la puerta del
hospital acusando a la niña de asesina, viralizaron un trending topic en el que
Tucumán no tiene licencia para matar, le pusieron cuatro custodios para que no
volviera a intentar suicidarse, el Arzobispo de la provincia divulgó su nombre
real y llamó a la población a acercase al lugar para ser “custodios del feto”,
el vice ministro de salud provincial fue todos los días a verla para llevarle
las ecografías y tocarle la panza romantizando el embarazo producto de una
violación para que decida continuarlo, le burocratizaron el camino a un derecho
centenario por más de un mes y medio, debieron dormirla para poder sacarle la
ropa interior debido al trauma que tiene y una vez dentro del quirófano todo el
personal allí dentro se excusó por cuestiones conciencia, dejaron sólo a una
pareja de médicos cumpliendo con la ley. El feto nació agonizante, la niña
lleva la marca de una cesárea, el Arzobispo bautizó apenas vio la luz el feto,
a los médicos los investiga una fiscal provida y el ministerio de salud, el
gobernador de la provincia (ex ministro de salud) que tuvo tiempo de decretar a
Tucumán como provincia provida aún no tuvo tiempo de armar un protocolo de ILE
tal como lo exige la ley y la corte suprema o ni siquiera tuvo tiempo de expedirse
por el caso, un periodista provida de La Nación acusó de “hija de puta” a
la nena de 11 años por no esperar 20 días más para que el feto nazca en mejores
condiciones, y los grupos provida se volvieron a colgar la cucarda como en el
caso de Jujuy de haber salvado la vida inocente porque como bien les hizo saber
la periodista de TN Mariana Abiuso para ellos la niña es la culpable.
¿En serio salvaron las vidas? ¿Cuál?
¿La de la niña torturada por el Estado, la iglesia católica y por grupos de pañuelos
celestes? ¿O la del bebé que trajeron a este mundo para que agonice unos días
hasta morir? Insisto, no es una cuestión de fundamentos ideológicos,
simplemente mi pregunta para con este grupo de cruentos es ¿En serio están
dispuestos a hacer pasar por todo esto a dos vidas con tal de llevar a cabo su
master plan? ¿En serio están dispuestos a mentir, torturar, delinquir,
atropellar a quien se interponga con tal de salirse con la suya y “salvar las
dos vidas”? Porque eso es lo que hicieron, en ningún momento se detuvieron a
pensar o a discutir si efectivamente eso solucionaba el problema que plantean,
discutir lo que piensan y cómo lo llevan a cabo no les hará desistir en sus
ideas, los hará ser más pragmáticos, los hará ser más humanos.
Es cierto que no sólo sucede hoy
con los provida, como ya lo he manifestado, algunos no se cuestionan las violaciones
a los derechos humanos en Venezuela porque no quieren la intervención de
Estados Unidos como si una cosa fuera necesaria para suceda la otra ¿Es
necesario torturar niñas para que ninguna nena violada pida abortarlo haciendo ejercicio
de su derecho? ¿Esa es la manera que quieren llevar a cabo su ideología?
Esas son algunas de las preguntas
que yo me hago con las ideologías propias, cuál es la manera de llevarlas a
cabo y si es necesario pasar por tal o cual situación. Pero otras formas de cuestionarse
si son correctos los modos,es mirar alrededor. La nota más leída en The
Guardian (un prestigioso diario inglés) el día jueves 28 de febrero se
titulaba “Niña de 11 años da a luz bebé de su violador luego que Argentina le
rechaza el aborto”. Adentro hablan, afuera hablan y acá todo resbala como si
estuvieran hechos de teflón, nadie recoge el guante, los políticos no se inmutan
porque siempre de alguna forma u otra estarán allí viviendo del Estado, ninguno
renuncia, ninguno sale a dar explicaciones, ninguno hace una mea culpa. La
sociedad tucumana se calla, no se indigna, no se cuestiona y si lo hace no lo
hace público, incluso bajo la acusación de que en su provincia la tortura de
niños es moneda corriente. Porque el tema es que tanto para políticos como para
la sociedad sucedió lo debía suceder. Sin cuestiones.
Por último, la mejor manera de analizar
cómo estamos llevando a cabo nuestras ideologías es contrastarla con las consignas
básicas: después de todo lo sucedido ¿creen que salvaron las dos vidas?
Porque si no nos cuestionamos
cómo llevamos a cabo eso que pensamos se cumplirá esa profecía que dice que las
ideologías que se imponen a los demás no solucionan verdaderamente los
problemas planteados y hasta se contradice, incluso genera grupos contrarios
que harán lo imposible por hacerlas desaparecer tal como decía Slavoj Žižek,
Publicado por Juani Martignone
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