Ni luchonas ni bendiciones
Seguramente afirmen ese prejuicio
que tienen contra el feminismo que dice que a las feministas todo les cae mal.
Seguramente crean que siempre fue así y se pregunten una vez más “¿Por qué
vienen ahora con esto?” o “¿Con esto también?”. Y la respuesta es sí, con esto
también y ahora también, y no, no nos cae mal todo, los cae mal la desigualdad.
Por eso somos feministas.
La nueva historia que desata esta
nueva discusión del statu quo, cuenta que Daniel Osvaldo luego de su historial
violento y de abandono con Jimena Barón se animó a acusarla de “madre de mierda”
porque escuchó a su hijo Momo decir “vagina” en una story de Instagram,
e incluso subió un video en el que él le hacía una fiesta cuando lo veía venir
para demostrar cuan presente está como padre. La acusada respondió “Y si te
parezco una madre de mierda, deberías aparecer y educarlo vos. Ser cómplice de
una madre de mierda, te hace un padre de mierda también”
Como sucede en casi todos los
debates que tenemos como sociedad, los infantilizamos y las aguas se abrieron
para un lado y para otro y en medio dejaron una gran grieta. Barón como
militante feminista, una de las caras visibles de la ley de aborto legal,
miembro del colectivo Actrices Argentinas y estrella pop
de la nueva movida del girl power, se ganó el odio de todo
aquel que disienta en apenas una coma de su discurso. Basta con que no te
cierre del todo el tema del aborto para tomar una postura acérrima a favor Daniel
Osvaldo. Como siempre sucede en este país maniqueo en el que si no te gustan
las políticas de Macri automáticamente tenes que hacer la vista gorda a los
choreos y al autoritarismo de Cristina para amarla y votarla. Acá no existen
las medias tintas. No existe el pensamiento complejo y sutil. No existe
intentar comprender un caso sin importar quién es el protagonista. No existen
el debate de conceptos, debatimos personas.
Más leña al fuego se tiró para
encender aún más a los odiadores del feminismo que lucha por derechos incluso
para ellos, cuando la politóloga, militante feminista y creadora del portal Economía
feminita, Florencia Frejó, movida por este el altercado Barón-Osvaldo,
disparó un tweet con la intención de visibilizar una problemática social en
nuestro país bajo el hashtag #YoCrioSola
Con Freijó uno puede disentir en
la mirada que tiene del mundo, lo que no puede es desconocer que su mirada
sobre estos temas no es una mirada banal o la del escándalo típico de los
programas de chimentos a los que ella una vez se animó a ir a romper un esquema
machista. Sino que su mirada es más bien de corte político-social y así fueron
las respuestas a su propuesta de hashtag. En menos de dos horas se volvió trending
topic en Argentina y se mantuvo así por más de ocho horas, para quien
entiende Twitter, esto significa que fue el tema más hablado en
Argentina durante ese tiempo.
Lejos de hacerse las mamás
luchonas o de hablar de sus hijos como sus bendiciones, miles de mujeres que
crían solas expusieron una realidad social que todos asumimos como normal pero que
no es más que un reflejo de lo profundamente patriarcal que nuestra sociedad
es. “Recién pude retomar mis estudios cuando mi hija tenía 15 y ya se manejaba
sola” “Cada vez que veía a mi papá yo también le hacía fiesta, porque era la
única vez en el mes que lo iba a ver, con mi mamá vivía todos los días” “Pasé
todo el embarazo sola, vino cuando nació a ponerle el apellido y me dijo que no
me había dejado sola porque siempre tuvo a intención de reconocerlo”
“manutención no es crianza” “Aposté a una familia y salió mal. Él se lo perdió”
“En realidad siempre tuve la ayuda de mi madre para criar sola a mi hijo” “Los
hombres abortan siempre cuando se borran” “Claro que trabajé de cosas
avergonzantes, algunas ni me animo a contar, pero estaba sola y tenía una hija
por criar” “No hace falta estar soltera o sin pareja, Muchas criamos solas con
el padre viviendo bajo el mismo techo” “Solo quienes criaron solas saben la
culpa que te da pedirle a un familiar si te pueden ir a buscar al chico al
colegio porque no llegas con todo”
Lamento decirle a Amalia Granata
que no se trató de un movimiento para victimizarse ni dar lástima, simplemente
fue el mismo grito desesperado que ella pegó hace unos cuantos años cuando el
Ogro Fabbiani la dejó sola e hizo que se emponderara para salir adelante con la
crianza de su hija a pesar de su situación. El problema, claro está, es que
Amalia no está muy lejos del concepto ideológico que tiene la ex presidenta que
ella tanto odia que cree que tener un pañuelo verde o uno celeste es una
dicotomía. Y es por ese concepto que Granata se enfrenta a Barón y todas las
madres que crían solas porque salió del “lado verde” sin importar que ella
misma fue la que vivió en carne propia lo que hoy miles de mujeres expusieron
en el hashtag #YoCrioSola
Nada de luchonas, nada de
bendiciones, nada de pobres minas. Es una realidad que golpea a mujeres sea
cual fuere el pañuelo que cuelgan y voten a quien voten, es un problema de un
Estado ausente. Tan ausente que la ministra Carolina Stanley (que manifestó su
oposición a la ley de aborto legal) se vio motivada para dar a conocer también
por Twitter
las cifras de esta realidad: según la encuesta permanente de hogares en
Argentina 9 de cada 10 hogares son monoparentales y de esos hogares el 80%
tienen a una mujer como sostén, o sea que podría decirse que 7 de cada 10
hogares en Argentina son “monomarentales” (palabra que decidió usar). Manuda
realidad para que un Estado no la vea.
Y de esto va la cosa, de cómo la
sociedad y el Estado miran para otro lado. De cómo decimos que un país se lo
saca trabajando pero cuando una madre que quedó sola con la crianza de un hijo
no sabemos decirle dónde dejarlo para que pueda ir a trabajar. O si, en una
guardería para la que va a tener que trabajar mucho para poder pagarla o va a
tener que haber sido lo suficientemente precavida para que con la primera
ecografía pueda anotarse en alguna de las muy poquitas guarderías estatales que
hay y por sobre todo va a tener que hacer tripa corazón para dejar a su bebé de
3 meses en las manos de desconocidos por 9 horas mientras ella sale a parar la
olla. O no, quizás pueda reclamar al que puso la semillita que se haga cargo de
la parte (económica) que le corresponde, y entonces se tendrá que someter al
amansadero burocrático del sistema judicial en el que si tenes mucha pero
mucha, mucha suerte en 8 meses tenes la resolución, mientras tanto habrá que
trabajar mucho para darle de comer al bebé y a abogado también. Trabajar y
estudiar y criar un hijo sola creo que ya está explicado que sería casi
imposible para alguien en condiciones medias y/o normales. Las pobres, esas a
las que mandamos a trabajar y acusamos de “planeras” están mucho peor porque
quizás fueron madres adolescentes, o porque tuvieron muchos hijos. Las ricas
quizás se podrán dar lujo de sólo parir y después tener un bastión de niñeras,
o no, quizás también serán tan desgraciadas como las demás y levantaran mil
veces de noche cuando el chico llora.
Y quizás en cierto punto tiene
razón Granata cuando se aleja ideológicamente de las madres que crían solas
porque hay que tener ganas de meterse en este baile solita, por eso es que
sabiendo todas estas dificultades algunas reclaman por el derecho a decidir
sobre sus vidas, sus cuerpos y su psiquis pidiendo el derecho a abortar y no
tener que someterse a esta realidad invisible que molesta cuando se plantea o a
la opción que le proponen de regar por el mundo hijos a otras personas porque
vos no los podes cuidar. Es un problema que el Estado debe atender y la
sociedad dejar de hacerse la boluda.
Porque también termina siendo un
problema social cuando en las “reuniones de padres” siempre van madres, cuando
los chats del colegio son los “chats de mamis”, cuando colaborar en la casa es
sólo lavar los platos o barrer, cuando hablar de “menstruación” o “vagina” es hablar
de un tema delicado o de una “mala palabra”, cuando ser un padre presente es no
atrasarse en la cuota que dicta un juez, cambiar alguna vez un pañal o hacer
una “visita” a tus hijos cada tanto para subir a las redes.
Yo crío sola, no es alabar la
bendición que es generar vida y ser luchona por estar sola, es plantear la
elección de llevar a cabo el proyecto de ser madre en la condiciones más
adversas que la sociedad propone y aun si esa es la elección, que el Estado sea
esa protección que se requiere para igualar con ese pequeño porcentaje de
madres que tienen la posibilidad de decirle al marido “está llorando, te toca a
vos” y que hoy están molestas con las que no gozan de ese privilegio por un
hashtag.
Publicado por Juani Martignone
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