Heladera mata ética
En su programa de entrevistas,
Luis Novaresio le preguntó a Dady Brieva: “¿Heladera mata ética?” y él responde
con seguridad “Hoy la urgencia es la heladera, hoy la urgencia no es la ética
ni la no corrupción”. La frase retumba y puede sonar descarada pero no es más
el mismo pensamiento generalizado que afirma que “Roban pero hacen” o “Si todos
son corruptos, al menos elijo al que me da algo”, o sea se podrá decir más
elegantemente pero en todos los casos la ética no es un norte a seguir.
¿La heladera mata la ética? ¿No
es posible la convivencia? ¿O es mucho pedir? Cuando hablamos de urgencias ¿Es
un exceso mantener una ética? ¿Acaso la ética es algo tan liviano en nuestras
vidas que podríamos suspenderlo en cualquier momento para atender urgencias? ¿Es
correcto decir que hoy en día nuestras vidas no deben ser regidas por una ética
sino por una circunstancia? Aplicando esta lógica ¿Podemos decir entonces que
ese padre que estaciona su 4x4 en doble fila a las 7:30 de la mañana en la
puerta de un colegio obstaculizando todo el tránsito e infringiendo toda norma
dejó de lado su ética ciudadana preso la urgencia de hacer cumplir un horario a
su hijo? ¿Estamos dispuestos a aplicar esta ley en todos los aspectos de
nuestra vida? ¿O hay urgencias y urgencias y hay éticas y éticas? Ahora bien
¿Qué pasa cuando la ética es también una urgencia? ¿Qué urgencia mata a qué urgencia?
No cabe un mínimo de discusión
que llenar la heladera al menos con alguito es una urgencia pero a esta altura
de nuestra democracia ¿No es justo discutir si la ética es una urgencia? O acaso
debemos resignarnos a vivir resolviendo la urgencia de llenar la heladera
mientras hacemos la vista gorda en la ética y cuando estemos bien satisfechos
ahí sí, pondremos el ojo en esa bendita ética y cuando se vuelva a vaciar
volveremos a hacer la vista gorda, siguiendo así atrapados en este círculo
vicioso en el que estamos desde que tengo recuerdos.
A Menem se lo acusó entre otras
cosas de venderle armas a Ecuador y Croacia cuando se había declarado neutral,
de explotar una ciudad entera para limpiar pruebas que lo exponían, de encubrir
uno de los dos ataques terroristas que sufrió Latinoamérica contra la comunidad
judía. A De la Rúa de coimear a los senadores para le voten una ley de un super
ajuste. A Duhalde de bajar la orden de mano dura contra una manifestación en la
que asesinó a sangre fría a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán. A Kirchner
de un enriquecimiento exponencial inexplicable, de direccionamiento de obra
pública, de un entramado de coimas a empresarios, de hacer desaparecer
millonadas de dólares pertenecientes a la provincia de Santa Cruz que dijo
resguardar en cuentas privadas. A Cristina de hacer negocios con venta de
dólares, de liderar una asociación ilícita en la lavaba dinero negro mediante
una cadena de hoteles vacíos de su propiedad, de seguir los sucios negocios de
su difunto marido y de firmar un acuerdo para encubrir el mismo atentado que
quiso encubrir Menem. A Macri de escuchas ilegales a opositores, de querer como
Estado condonar una deuda mega millonaria a su familia, de presidir empresas
fantasmas en Panamá para evadir impuestos y de estar al frente de empresas que
pagaban las coimas a Kirchner, entre otros, para quedarse con las obras
públicas.
¿En serio creemos que no es una
urgencia la ética? ¿No es urgente cortar con esta cadena de presidentes
corruptos para darle lugar a quien pueda llenarnos la heladera sin
oscurantismos? ¿O es un proyecto demasiado ambicioso?
Dos días después de la nota de
Novaresio a Dady el presidente de la Nación estaba dando una conferencia de
prensa en Entre Ríos, salteando la parte que se auto adjudicó la visibilización
de la violencia machista y sin importar las políticas efectivas para con este
tema más que dar conferencias de prensa y no mentir en los números, Macri dijo
sentirse preocupado por un amparo dictado por la justicia entrerriana que
impide a los productores agrícolas la utilización de agroquímicos a más de 1000
metros de una escuela rural. Preocupado por los productores, por supuesto,
porque dijo (según estadísticas inexistentes) que pierden un 20% de sus
terrenos sin sembrar.
Concluyó “Esta ley que se ha
impulsado en Entre Ríos es una ley que pone en peligro el trabajo de muchos
entrerrianos y hoy está vigente, por un amparo está vigente, e insisto, el
gobierno de la provincia de Entre Río debe tener una posición muy activa y muy
clara para lograr no destruir empleo por una ley absurda que no se basa en
ningún rigor científico”. Otra vez, mantener los puestos de trabajo para llenar
las heladeras mata ética. Parece que la ética de cuidar ante todo la salud de
los niños que van a las escuelas no es tan urgente como mantener puestos de
trabajo. Heladera mata ética.
En el año 2015 la OMS
(Organización mundial de la salud) calificó al glifosato, el agroquímico más
utilizado, como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. En países
como Francia, Italia y Alemania se encuentra prohibida su utilización e
introducir alimentos que hayan pasado por este herbicida en la comunidad
europea requiere de un permiso anual que debe renovarse año a año luego de un
exhaustivo control. Incluso la Comisión Europea en el Review
report for the active substance Glyphosate advierte de los numerosos
estudios realizados con embriones y placentas in vitro en el que esta sustancia
los llevó a la muerte. Acá en nuestro país el investigador del CONICET
Andrés Carrasco publicó un artículo en la prestigiosísima revista Chemical
Research in Toxicology donde advierte de las posibles malformaciones
neuronales e intestinales que puede provocar el contacto con el mismo.
Si aún no le alcanzaran las
evidencias científicas al presidente para formar su ética, justamente fue en
Basavilbaso un pueblo de Entre Ríos donde Fabián Tomasini se transformó en el
testimonio vivo de lo que los agroquímicos generan en el cuerpo. Durante 10
años convivió con una polineuropatía tóxica, o sea que la exposición con los
agroquímicos le generó una serie de desórdenes hormonales y neuronales que
terminó matándolo con una neumonía. Es cierto que confesó nunca haber utilizado
las protecciones necesarias para manipular los químicos, entonces quizás si
permitimos fumigar al lado de una escuela rural debemos advertir que los
alumnos vayan con las máscaras y guantes adecuados. Ni que hablar de aquellos
viven en el campo a los cuales ni la ley, ni el amparo les especifica una
distancia de fumigación, o sea que tranquilamente podría ser el techo de su
propia casa.
¿En serio creemos que no es una
urgencia la ética? ¿No es urgente cortar con la desprotección de los niños y
las escuelas rurales y promover a aquellos que puedan llenarnos la heladera sin
intoxicarnos? ¿O es un proyecto demasiado ambicioso?
La heladera mata a la ética en
todos los niveles y no es un tema que nos pongamos en cuestión, desde el que
prefiere que un político robe con tal de comer asados todos los domingos hasta
el que quiere explotar hasta el último centímetro de tierra aunque intoxique
niños, produzca abortos espontáneos y mate las neuronas de las personas que o
manipulan, pasando por toda esa gran franja media que son los profesionales tales
como médicos, psicólogos y abogados que te cobran un servicio a valores exorbitantes
sin emitir una sola factura y después se posan en el pedestal de la moral y en
los ejemplos del fruto del trabajo duro.
Dejar la ética para más adelante pateándola
in
eternum nos puede llevar a un punto donde ya sea demasiado tarde.
La escrito argentina Samanta
Schweblin publicó su primera novela llamada “Distancia de rescate” en
la que además de hablar de esa distancia variable que los padres calculan inconscientemente
para salvar a un hijo en problemas, aborda el tema del campo en el siglo XXI y
lo pone como escenario, pero no aquel del verde y del aire puro sino en el de
una pesadilla agro tóxica con peligro de contagio que vuelve a la novela un
relato inquietante y por momentos de terror. Carla, uno de los personajes de
este libro, en un momento del dice “A veces no hay tiempo para confirmar el
desastre” asumiendo que ya es tarde para ocuparse y que la catástrofe porque ya
es irremediable.
¿Es nuestro caso irremediable?
¿Tenemos tiempo para remediar el desastre? Mi respuesta es: si y sólo si
tratamos a nuestra ética también como una urgencia.
Publicado por Juani Martignone
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