Justicia por mano propia


¿Está bien llamar “justicia” a aquella que se ejerce por mano propia? Al juzgar por los tiempos que corren no sé si podemos decir que se “hace justicia” pero sí que los encargados de hacerla son los comunes, el mismísimo pueblo, tu vecino.
El caso que reflotó la controversia luego de su veredicto fue el del médico Lino Villar Cataldo que fue declarado “no culpable” tras matar al ladrón de 24 años que intentó robarle el auto en Loma Hermosa. La acusación original fue de homicidio pero luego la fiscal lo acusó de “abuso de legítima defensa” y este fue uno de los casos resuelto por la nueva modalidad que se aplica en la provincia de Buenos Aires desde 2015, el de “juzgados populares”.

La primera entrevista televisada de Lino Villar Cataldo tras el robo en "Animales sueltos"


La discusión sobre cuán bien o cuán mal está la llamada justicia por mano propia vuelve a abrir otra grieta caprichosa, radical y extremista en la población. Quienes creen que estamos entre pistoleros que matan a mansalva a pobres chicos que roban para darle de comer a un hogar de niños huérfanos. Y quienes creen en pobres tipos expuestos al riesgo de ladrones y potenciales asesinos que disfrutan de ver sufrir a los demás y no les queda otra que defenderse, o con un arma o con una virgen, como diría Baby Etchecopart.
No es mi posición ponerme en Corea del Centro y relativizar ambas situaciones, sino intentar ponerse en los zapatos de cada uno para entender a ambos y no dejarme llevar la ira desaforada que propone cualquiera de los dos lados de esta grieta separada por un abismo profundo. Y cuando intento hacer este ejercicio me doy cuenta que es muy complejo y no suma extremar una posición, al contrario, la empeora.
A no ser que seamos los hijos de algún presidente o ex presidente de la Nación, todos más o menos sabemos lo que es no tener el futuro asegurado para nosotros y nuestra posteridad, ahora bien, imaginemos lo que sería ni siquiera tener la certeza de tener asegurado al menos el día en el que vivimos. No saber si vamos a comer a la noche, si vamos a tener un lugar donde dormir, si ese lugar va a estar en condiciones o vamos a estar hacinados y viviendo entre nuestra propia mierda, si nuestros hijos podrán conseguir el trabajo que nosotros no pudimos o la mejor opción será el narcomenudeo o ser soldaditos para ser alguien, si intentar convivir con los demás es acostumbrarse a que te miren como a una lacra y a cruzarse de vereda cuando te ven, a saber que es posible que no llegues vivo a la noche a tu casa por tener la plena conciencia de que tu vida, en esta sociedad, vale menos que la bala que te mata.
Esto no justifica la delincuencia pero si pudimos ponernos en ese lugar ¿qué pensarían de la vida si somos nosotros los que sin buscarla tenemos una vida miserable comiendo las sobras de esos que desde sus autos y casas confortables nos dicen vagos o negros de mierda? La guerra se desata, una guerra ilógica y violenta como toda guerra pero inevitable. No colaboramos.
Si lo vemos desde la otra perspectiva, a no ser que seamos hijos de algún presidente o ex presidente de la Nación, todos más o menos sabemos lo que es no tener el futuro asegurado y nuestra posteridad, ahora bien, imaginemos lo que es trabajar y luchar día a día para conseguirlo y no lograrlo. No saber si toda esa plata que ahorraste durante más de 30 años de trabajo durísimo va a servir para alguno de tus hijos porque es posible que una crisis financiera o algún delirio de un gobierno se lo lleve puesto en un segundo, si todos esos sueños y proyectos que planeas y en los que trabajas un montón se ven cada vez más obstaculizados por tener que pagar cada vez más impuestos y/o transar con el sindicalismo, si aun trabajando más de un tercio del día nada te asegura tener servicios como luz, agua o transporte decentes, aun pagando lo que valen, si intentar convivir con los demás es que te miren con cara de envidia o desconfianza porque tenes lo que tenes y hablen de vos a tus espaldas, a saber que es posible que no llegues vivo a la noche a tu casa por tener la plena conciencia de que tu vida, en esta sociedad, puede ser arrebatada por alguien que no tiene eso que vos si pudiste tener.
Esto no justifica la justicia por mano propia pero si pudimos ponernos en ese lugar ¿qué pensarían de la vida si somos nosotros los que sin buscarla se nos llevan todo aquello que tanto nos costó conseguir o peor aún, si nos matan por algo que para nosotros es tan banal como un par de zapatillas? La guerra se desata, una guerra ilógica y violenta como toda guerra pero inevitable. No colaboramos.
Las guerras son guerras y nadie que participe en ellas con intención lo hace por un mundo mejor sino que el motor que lo mueve es la destrucción del enemigo.
Los que intentamos ser pacifistas y estamos al centro de la guerra de las dos Coreas insistimos en tender puentes de diálogo, puentes que cierren esa grieta que divide un extremo del otro. Pero las propuestas que se escuchan son lejanas si estamos en algunos de esos zapatos.
Quienes nos piden que comprendamos a un delincuente en un momento violento nunca ha pasado por una situación de esta índole. No hay momento más angustiante, de impotencia pura, de odio irracional y de querer gritar a los cuatro vientos, te corre una adrenalina por el cuerpo difícil de explicar e incluso por momentos te genera vergüenza porque en tu mente corren todos aquellos comentarios de los sommeliers de robos en donde el culpable de que te roben siempre sos vos.
Quienes proponen que vayan a laburar o a estudiar para ganarse la vida con dignidad y esfuerzo nunca ha tenido contacto con estas capas. Creo que todos los que tenemos trabajo sabemos lo difícil y angustiante que es conseguir uno incluso estando calificado. Quienes hemos pasado aunque sea en algún momento por la universidad sabemos lo sacrificado que es transcurrirla y cuanto más pesado se hace cuando tenemos un trabajo, mantener nuestra casa, cocinarnos y limpiarnos nuestros desechos. Incluso sabemos de la vergüenza que te genera porque en tu mente corren todos aquellos comentarios de los sommeliers de méritos en donde el culpable de intentar y nunca llegar siempre sos vos.
La respuesta está más arriba, está en el sistema en el estamos inmersos que no contempla a los que caen en la delincuencia ni a la victimas de ella y nos dejan librados a esta guerra sin reglas ni empatía.
Si volvemos a utilizar el caso Villar Cataldo, el señor fue juzgado por el pueblo por gente común, gente que nació de un solo lado de esta grieta porque un delincuente no está apto para ser jurado. En este caso en particular los 12 miembros de juzgado popular asumieron haber sufrido al menos un robo violento en su vida ¿con quién creen que van a tener más cercanía? ¿En qué zapatos se sentirán más cómodos?
La cuestión no es juzgar a los miembros sino al juzgado popular, a este sistema que veneraron tanto el gobierno anterior como este en el que le piden al pueblo que haga justicia ¿No es acaso también justicia por mano propia?
Imagínense si esa idea del kirchnerismo de “democratizar la justicia” o esta idea que proponen para las próximas elecciones de un tribunal popular si llegaran a prosperar ¿en serio creen que será justa? Asumir que la justicia actual tiene millones de problemas y vicios no es solucionable dándole a la gente el poder para que se juzguen entre ellos. Desata guerras, abre grietas, es una vez más alimentar la dicotomía de “ellos y nosotros”.
Tan malo como la leyes o los sistemas a los que estamos sometidos, es la conciencia que se crea fomentando y radicalizando aún más estos extremos.
¿Qué nos dice que la ministra de seguridad haya recibido al médico Lino Villar Cataldo como a un héroe? ¿Qué nos quiere decir? ¿Que ante un Estado que no nos cuida ni nos brinda seguridad está bien que salgamos con un arma a defendernos a los tiros? ¿Está bien que nosotros salgamos a hacer la justicia en nuestro barrio porque ella no puede garantizarla?


¿Y qué nos quiere decir el ex funcionario y hoy candidato a presidente Guillermo Moreno cuando nos dice que si queremos robar está bien pero que lo hagamos con códigos? ¿En serio podemos asumir que el robo es una de las leyes del juego? ¿Si me roban pero con cariño es menos robo? ¿Tenemos que legalizar el robo por tratarse de un método de subsistencia y así entonces poder regularlo para que nadie se pase de la raya?


Los extremos nos ponen en una situación injusta per sé, nos hacen perder los conceptos y los códigos básicos a tal punto de tener una visión completamente distorsionada de la sociedad pero sobre todo de la humanidad.
La figura del presidente es la figura máxima dentro de los sistemas presidencialistas como el nuestro y aunque es muy cierto que son los emblemas del Estado, la ciudadanía, la administración, la ley y la ejecución, también son faros de conciencia. Cualquier cosa que un presidente dirija al pueblo repercute y repercute mil veces más de lo que pueda decir cualquier periodista o cualquier bobo desde un blog como yo. Si tiran odio en sus discursos, transformarán a la sociedad en odiosa, si no son ecuánimes o no representan también a las minorías, harán de la sociedad un espacio desigual. Por eso cuando un presidente se para frente a un micrófono y dice lo primero que le viene a la cabeza puede ser muy peligroso.
El presidente Macri al referirse del caso del carnicero Daniel Oyarzún que había perseguido, atropellado y matado a un delincuente que quiso robarle dijo que el señor debería estar tranquilo en su casa independientemente de lo que dicte la justicia ¿Se puede estar tranquilo luego matar a alguien sea cual fuere el motivo por el que lo hizo? ¿Puede uno mantener la calma sabiendo que mató a una persona? ¿Acaso hay vidas que valen menos que otras y es por eso que uno puede andar tranquilo si acabó con una de poco valor? ¿Discutimos si un embrión sin sistema nervioso central y por lo tanto sin conciencia es vida pero no discutimos el valor de la vida de los que están caminando entre nosotros y eso nos da tranquilidad?


Vivir en una sociedad cuya propuesta es que mantengamos la calma si somos nosotros los que salimos a hacer justicia por mano propia ya sea saliendo a dispararle a delincuentes o sentándome en un juzgado para decidir cuánto me llega el discurso de la partes involucradas, no hace sociedades más justas, hace sociedades más vengativas y la venganza es el combustible que motiva a delincuentes a matar trabajadores y a trabajadores a matar delincuentes.
Quizás hoy no lo podamos ver pero si estará muy claro el día que quien tenga que hacer justicia por nosotros sea nuestro propio menemigo.        

Publicado por Juani Martignone
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