Les va a dar algo


Corría el año 1997 cuando la islandesa B´Jörk lanzaba su tema Joga. Un tema compuesto por sonidos de cuerdas y otros que parecían sacados de la mismísima naturaleza nos invocaban a buscar la relajación física y mental. Lo mejor es que en el momento en el que creíamos haberla encontrado, este chiquita de ojos achinados, se despachaba con un alarido fenomenal (típicos en ella) que rezaba “state of emergency” (estado de emergencia) ¿Qué nos quería decir esta cantante descendiente de esquimales a todos los que estábamos por atravesar ese momento de desazón que fue el cambio de milenio y que después de un tiempo nos enteramos que nos bautizó como millennials? ¿Es la emergencia apenas un estado de ánimo?


Vivir alerta. Cuidado que te van a robar. Este seguro de alguna forma te va a cargar. La calle está más peligrosa que nunca. Estamos comiendo porquerías que nos van a matar. En el trabajo nos explotan. Acá hay sólo dos tipos que llevan todo y a nosotros nos tienen viviendo en la miseria. Al que votes te va a robar. Las máquinas nos van a gobernar. Los océanos están contaminados. Vivimos en una dictadura. El mundo se va a terminar mañana. Vivimos un state of emergency constante. Menudo presagio el de B´jörk.
No se trata de ser negacionista de los peligros que nos circundan, nada más necio. Simplemente el punto está en comprender que el problema existe (porque todos los problemas antes mencionados existen realmente de algún modo), y una vez asumidos, dimensionarlos para trabajar e intentar buscar solucionarlos a sabiendas que, como todo en la vida, podemos no tener éxito en nuestra cruzada y sin que esto signifique que nuestra vida no valió la pena.
Según en la burbuja en la uno se cobije, los problemas serán unos u otros. Encontraremos burbujas en las que existen peligros que en otras ni se tienen en cuenta. Dentro de ellas esos peligros se magnificaran y es así es como las grietas sociales y culturales de ampliarán formando bandos que viven peligros totalmente distintos y los viven con tal intensidad que de ahí surge el vivir en state of emergency.
Todos vimos en las miles de pantallas que nos rodean a militante Greta Thunberg, todos vimos cómo su noble causa la llevó al borde de las lágrimas en su discurso de la ONU. Planteando el colapso climático que vivimos y las nulas o inocuas o insuficientes políticas ambientales a nivel global, la activista de apenas 16 años, increpó a la comunidad mundial entera “Mi mensaje es: te estamos vigilando (…) Esto está todo mal (…) ¿Cómo se atreven?”. Se indignó y transformó en personal su reclamo diciendo “Ustedes han robado mis sueños, mi infancia con sus palabras vacías” y nos puso a todos en el state of emergency que ella vive “Hay gente sufriendo, gente muriendo, ecosistemas completos están colapsando, estamos al inicio de una extinción masiva y ustedes sólo pueden hablar de dinero”




Greta vive en una guerra por el ecosistema y en las guerras se lucha, se gana, se pierde, pero sobre todo se sufre. En efecto, Greta está sufriendo. Y tanto está sufriendo que no pudo ver (quizás por su corta edad) que fue en ese escenario, el de la ONU, donde se plantearon muchos temas cruciales para el bien de la humanidad además del dinero. Apuesto que si le mostramos alguno de los discursos de Justin Trudeau en ese mismo espacio no crea que todo está perdido y todo es dinero.
El tema es que Greta vive en state of emercency, vive con padre ambientalistas que desde que nació le están inculcando el problema ecológico global, es lógico que ya no tenga esperanzas porque nunca se las dieron. Greta podría aprender de las miles de militantes adolescentes que lucharon el año pasado por el aborto en nuestro país y aunque la ley no salió lo militaron y lo siguen militando con alegría.
¿Es necesario arruinarle la corta vida a una nena porque la causa es justa?  
Fue hace unas semanas cuando el militante de Familiares y Amigos de la víctimas del atentado a la AMIA, Sergio Burstein, colgó en el timeline de Twitter un video casero a modo de epopeya. La escena relataba un día normal en el microcentro, podría apostar que es la esquina de Corrientes y Florida por los locales que circundan, y entre el tumulto de gente y un pequeño stand de campaña de Juntos por el Cambio aparece un señor completamente fuera de sus cabales insultando a los militantes macristas porque estaban militando por Macri. Es tal el grado de violencia de enajenación del señor que una agente de la ciudad se le acerca para pedirle que se calme un poco y entonces el señor indignado más aún incrementa su violencia para con la representante del Estado porteño. “Esto es una dictadura” le recriminó el señor increpando ahora a la joven oficial. Y como si fuera poco el machismo que emanaba al menoscabar la intervención de la chica arremetió “Cómo no queres que me ponga así, están provocando” porque para el señor una persona que en una esquina milita por ideales en los que él no cree son suficiente provocación para violentarlos del mismo modo que para muchos señores es una provocación que una chica esté con una pollera corta y por eso tienen que violarla.

https://twitter.com/SLBurstein/status/1180594936514637824     



Aunque parezca una obviedad primero de todo hay que aclarar que no vivimos en ninguna dictadura. Tal como se vivió durante el gobierno de los Kirchner, hoy la libertad de expresión está garantizada, existe la independencia de poderes del Estado, la oposición se presenta a elecciones libres, no existen proscripciones, nos manifestamos libremente, no hay planes de eliminación sistemática del que piensa distinto. Repito, no vivimos en una dictadura. Si en una situación cotidiana un civil increpa, insulta y se violenta con otro civil que no hizo nada más que repartir un folleto, no es abuso policial que una agente le pida que se calme, no es dictatorial, es mantener la paz interior, uno de los preceptos del preámbulo de nuestra constitución.
El tema es que el señor vive en un state of emergency, seguramente vive consumiendo esos post que alertan “la dictadura de Macri”, anhela con que vuelvan los que les gusta y para eso hace lo que le enseñaron sus padres políticos: ir por todo. Como Burstein cree que defender un ideal es enojarse, es el escrache, es la bronca, es odiar al adversario. Viven una guerra donde sólo hay una contienda electoral, algo que en este país sucede con más frecuencia que los mundiales de futbol en el mundo. Lejos quedaron los lemas que “el amor vence al odio” o que “vuelven mejores”, bien lejos.
¿Qué hace que estas personas vivan en estados de alerta constante y sean capaces de dar su mismísima vida con tal de una causa que depende de mucho más que una persona o un conjunto de personas? ¿Es saludable y recomendable que lo hagan? ¿Acaso de eso se trata la vida? ¿De perderla por una causa mayor que requiere pensar soluciones más en frío que enojado? ¿De perderla por la causa de un grupo de políticos que en 2 años se volverán a agrupar de manera distintas acorde a su conveniencia y te vuelvan a exigir que lo des todo para que ellos puedan ocupar los lugares de poder?
Señoras y señores, les va a dar algo. La tercera causa de muerte en el mundo son las enfermedades cardíacas. Podemos tener una vida de militancia pero creer que la vida es sólo la militancia, lo único que hará es asfixiarla porque entre militancia o muerte siempre gana la muerte. La vida es extraordinaria también cuando transcurrimos la adolescencia y también cuando vivimos en gobiernos que no nos gustan, pero a algunos les conviene que no nos enteremos.
Sabemos que lo personal es político, que lo político no se convierta en personal o nos va a dar algo.

Publicado por Juani Martignone
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