Cazar en un zoológico


Fue el día previo al anuncio del megaproyecto de impuestazos para paliar la emergencia, en las redes se habían filtrado algunas de las perlitas de las que en la última semana y casi sin tiempo de procesarlo se estuvo hablando y discutiendo. Que primero era un 20%, que después fue un 30%, que aplicaba a los dólares para turismo, que luego fue también para los servicios y compras en dólares que se hacen en el país y que luego terminó incluyendo a los ahorros. Astutamente deslizaron primero el impuesto que podría generar más discusión, aumentar la grieta, otorgar un falso simbolismo y elevar la superioridad moral de los que les encanta decirnos como tenemos que ver, pensar y sentir para ser argentinos.
Sinceramente, discutir si en adelante los que pagamos $500 para ver la nueva temporada de “La casa de flores” tenemos que empezar a pagar $650 es un completo white people problem. En un país donde el 40% de los niños no comen o comen salteado o comen de vez en cuando, repito, casi la mitad de todos los niños del país, entablar discusiones aguerridas porque este año para Navidad el champagne Pommery sale un 30% más es casi obsceno, es no entender el contexto en el que se vive, es no mirar alrededor y ver que nacimos en una situación de privilegio por encima de otros que nos permitió conseguir más cosas que, por supuesto, no costaron mucho trabajo y nos merecemos ganarlas pero eso no quita que seamos conscientes de la desigualdad reinante y que esto nos genere la misma la misma incomodidad que nos generaban los ricos comiendo y vomitando para volver a comer mientras los pobres se sometían a matarse los unos a los otros frente a una cámara de TV por un poco de comida en “Los juegos del hambre”.
Lo que molesta, entre otras cosas, es el marco simbólico que se le pretende dar. Lo que antes se llamaba ajuste y tarifazo hoy se llama solidaridad e inclusión. Aquello de lo que antes podíamos quejarnos y despotricar porque ¿a quién le gustan los ajustes o tarifazos? Hoy tenemos que agachar la cabeza y someternos a aportar más a un Estado que no es capaz de darte una salud y una educación de calidad porque ¿quién se negaría ser solidario e inclusivo? Los que antes consideraban que si el Estado te sacaba la posibilidad de futbol gratis para que el país no se vaya al tacho, decían que te estaban cercenando el derecho de ser futbolero, hoy les parece genial que se cobre de más para ver una serie o un documental por Netflix o escuchar un podcast sobre el ascenso de los fenicios en Spotify. Este “entretenimiento” no es un derecho, es un lujo de pocos. Y a estos “lujos” nos piden solidaridad como un eufemismo de ajuste y no sentir que nos están metiendo la mano en el bolsillo una vez más para algo que todavía no es muy concreto, nos hacen creer que somos esos ricos de “los juegos del hambre” que derrochamos en medio de la extrema pobreza.
Si la culpa trabaja sola, a la culpa de clase hace falta muy poco para hacerla trabajar, con mostrarte los escandalosos números de la pobreza, desigualdad, deserción escolar y madres adolescentes, ya hace que te sientas un hijo de puta por vivir en un monoambiente de 20 metros cuadrados mientras miras la última temporada de The Crown y te comer unos fideos con salsa bolognesa con poquita carne picada porque estaba cara. Lo cierto es que a los que vivimos en la clase media y hemos sido honestos toda nuestra vida, todo aquello que tenemos, no es un lujo, es lo que pudimos conseguir, no se lo robamos a nadie, nos lo merecemos y no es nuestra culpa que por tener algo el de al lado esté sufriendo necesidades.
Un país lleno de políticas que aumentan la desigualdad no puede hacer sentir culpable a la persona que trabaja todos los días, se mata, acata las leyes e intenta ascender en la escala social, como motor de sus políticas de ajuste. Y mucho menos hacerlos pagar la fiesta, una vez más. Vivimos constantemente la resaca de orgía de la nunca participamos.
Y es de desigualdad de lo que se acusa a esta megaley aprobada de manera express atropellando todas las instituciones que se encuentran en el camino habitual. Por supuesto que como persona de clase media estoy dispuesto a pagar un poco más mis servicios en dólares o posponer vacaciones en el exterior o a hacerme traer un libro de Francia para saciar mis deseos intelectuales y de esta forma colaborar solidariamente con quienes no tuvieron, ni tienen las posibilidades (no por mi culpa) que yo tengo. Pero eso sí, hablemos claro, esto no es distribución de ninguna riqueza, porque una vez más la riqueza, riqueza real, no se toca. La brecha de la desigualdad se hace más amplia cuando una batería de impuestos toca a los mismos de siempre y no toca a los ricos de siempre.
Porque este “acto solidario” mantiene la desigualdad entre el que ahorró todo el año transformando su restito de sueldo en dólares para irse a Rio de Janeiro de vacaciones con el que tendrá que hacer un viaje menos al exterior de los 15 o 20 que hace al año. La mantendrá entre el que cobra un poco más que la media y ahorra en dólares para comprarse un departamento de dos ambientes en un país que no da créditos a la vivienda y que tiene dolarizada toda su cartera inmobiliaria, viaja en bondi, alquila y aun así paga bienes personales, de aquellos que tiene 25 propiedades o de los que se compraron varios departamentos en Puerto Madero como inversión y los tiene vacíos para prestárselos a sus amigos o de los que trabajan en el poder judicial 4 horas al día, tiene meses de vacaciones, saben que nunca serán echados, entraron por contacto y están eximidos de este impuesto. La mantendrá con aquella ferretería de barrio que intenta hacer malabares para seguir abierta en un mundo que le cambió por completo de la noche a la mañana y tendrá que seguir pagando ingresos brutos de aquellos que tienen cadenas de ferreterías o de hoteles o de lo que sea y el pago de ingresos brutos no le representa una odisea. La mantendrá con aquellos que trabajamos en el sector privado de los que están prendidos como una garrapata en el sector público y ganan 10 veces más que nosotros.
Nos dijeron que era con todos y que entre todos poníamos a la Argentina de pie y no, no es con todos. Es con toda la clase media, la clase que no los votó, es con los jubilados y la PYMES. En ese “todos” no entran la clase dirigente, los bancos, el poder judicial, los petroleros, las mineras, los ricos en general. La caridad bien entendida empieza por casa pero parece que la solidaridad se debe dar desde la mitad de la pirámide para abajo, la punta la mantienen intocables, mantienen esa brecha de desigualdad. Utilizan un término pomposo para hacerte sentir culpa y te ajustan. Los anteriores eran cínicos y nos pedían ajuste para gobernar para los ricos, estos hacen lo mismo pero lo disfrazan mejor para que los Palermo sensible nos hablen de solidaridad y empatía en sus eventos con “perfos creativas” en centros culturales hipters o se meen encima en nombre del feminismo porque alguien que nunca demostró ser feminista se lleva toda atención en medio de una discusión que nos ataña a todos sólo por defender el uso de la palabra “presidentA” cuando nunca ninguno (tanto los que proponen como los que defienden) se embarraron las patas para darle clases a un pibe en el medio del campo porque la sociedad se olvidó de ellos.

Hoy se da vuelta la tortilla, y eligen hacer exactamente lo mismo que hicieron los anteriores sólo que con un manto de relato épico, tanto, que la “ventaja” de tener a los mismos políticos de siempre dando vueltas por los mismos cargos hace que hoy sean presos de sus propias palabras. Aun así no se darán por aludidos porque es sabido que el ajuste es malo si es ajeno, si es propio, es necesario.






¿Por qué hacen lo mismo? Porque siempre es más fácil cazar en un zoológico. El Estado sabe cuánto gana Juan Ignacio Martignone, sabe cuáles son sus gastos porque es de los privilegiados que se encuentra bancarizados, saben cuán buen o mal pagador soy de mis deudas, por eso sabe cuánto más me puede sacar para salir a hacer “solidaridad” (y pongo el entre comillado porque aún no sabemos qué se hará con esa plata, si pagar la deuda fenomenal que dejó Macri o engordar el Estado). Sin embargo al Estado se le hace más difícil saber cuánto dinero real tiene Marcos Galperín (el dueño de la empresa más grande de la Argentina: Mercadolibre) porque tiene parte de su empresa radicada en paraísos fiscales como Delaware, porque tiene los contactos suficientes para obtener un fallo judicial que los exime de impuestos, porque tiene línea directa con la política para que le permitan seguir ampliando su monopolio. Está claro, es más fácil cobrarle impuestos a la clase media porque incluso no tenemos método de presión alguno ¿qué hacemos? ¿Dejamos nuestro trabajo para no producir? Galperín puede apretar 2 botones y mueve la empresa más próspera del país y deja sin laburo a miles de personas y sin una entrada de dólares que les conviene a todos. O bien, Cristóbal López puede aducir “persecución política” y “censura” acudiendo a sus contactos políticos con sus correspondientes hordas de seguidores que no cuestionan, y evadir unos 8 mil millones de pesos ¿Cómo obligarán a Cristóbal López a ser solidario?
Cazan en zoológicos porque enfrentarse a los leones en plena sabana no es un trabajo sencillo, van a lo seguro. Por eso van a los jubilados, porque esa caja la manejan ellos, de buenas a primeras tocan, eliminan una fórmula y se hacen de palta rápida y fácil aludiendo al concepto perverso de “aplanar la pirámide”, de nuevo, aplanar del medio para abajo, la punta no se toca. Porque quienes cobran $300.000 de jubilación (por ejemplo todos los ex presidentes desde Isabel Perón a la que giramos la plata a España hasta Cristina Fernández) no les hace mella no recibir aumentos, a los que si les hace que son los en el pasado trabajaron de comerciantes o de enfermeras y hoy cobran $25.000 ¿en serio le estamos pidiendo a un viejo que cobra esa plata solidaridad? ¿Por qué en el medio eximimos a científicos, docentes y judiciales? ¿Por qué ellos sí merecen no ser solidarios?
Si los anteriores se hicieron de guita fácil y rápida cambiando la fórmula jubilatoria, éstos también lo hacen pero al estilo peronista. De la misma manera que Perón modificó la ley electoral para las elecciones de 1952 dejando un congreso casi nulo y otorgándole al ejecutivo todas las facultades como un padre bueno que todo nos da, hoy hacen lo mismo. Alegan que la fórmula de cálculo de aumento de las jubilaciones no les gusta y entonces no la mejoran o la modifican, directamente la eliminan por 6 meses para pensar (sin fecha de resolución) y todo queda a merced del presidente (cualquier similitud con una monarquía es “mera coincidencia”). O sea que en adelante si los jubilados pretenden un aumento en sus jubilaciones deberán bregar porque el señor Alberto Fernández se despierte de humor y tenga la capacidad y sensibilidad suficiente para comprender por la situación que están pasando los adultos mayores y emitir un DNU que entendemos será mejor que lo que les daba la mala fórmula macrista: un 28% en los próximos 6 meses. Creer o reventar. El líder no se olvidará de nosotros y emitirá los DNU que hagan falta y si no lo hace será porque “no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Si antes los aumentos se daban automáticamente con una fórmula, buena o mala pero siempre discutible, hoy los posibles aumentos se transformaron en una cuestión de fe.
Como si fuera casi un presagio el jueves se estrenó la última película de la saga Star Wars, una historia que nos cuenta cómo las democracias se transforman paulatinamente en imperios decretando alertas, emergencias o guerras. Cómo construyen amenazas fantasmas, relatos de “tierra arrasada” para de esta forma justificar su pedido de poderes supremos. En la emergencia no hay tiempo de discutir entre todos, sólo uno debe actuar rápido y concentrar todo el poder en alguien cual monarca. Pero ojo, no siempre las emergencias son como las muestran, a veces las exacerban para hacerse de un poder único y monárquico y gobernar sin tener que consultar a las minorías.
Particularmente no creo que esta situación peor de la del 2001 para darle más poderes al presidente de los que se le dio en esa época.
Pero lo hacen porque los que hasta dos meses estaban ultra politizados hoy están en silencio.        

Publicado por Juani Martignone
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