ClandestinE
Para hacer un resumen de todo podríamos usar un modelo de tweet de Luis Figueroa: Es pan y circo pero sin pan. La promesa era clara, en campaña y ganadas las elecciones también; las intenciones de hacerlo se aclararon una y otra vez; algunos vieron varias señales que lo indicaban, como los colores de sus corbatas; hasta pusieron una fecha en la que se iba a presentar un proyecto, esta vez propio, para tener el rédito político que todo presidente populista espera; pero al final del día ni las promesas, ni las intenciones, ni las señales, ni la fecha, ni un proyecto propio pudieron traducirse en que el Congreso hoy esté discutiendo un proyecto de ley de legalización del aborto. No será en 2020, difícilmente lo sea en 2021, por eso señoras y señores, no guarden las perchas por lo menos por dos años más.
El anuncio del presidente
Fernández de que este año no se presentará el proyecto de ley de interrupción
voluntaria del embarazo (IVE) indigna. Indigna en varios sentidos. El primero,
es la expectativa que generó en torno al tema. Siempre que se le preguntó,
Alberto respondió concretamente, que es una deuda de la democracia, que él está
a favor, que es un tema de salud pública. Irrumpió en la presentación del libro
de Ana Correa “Somos Belén” que cuenta la historia de una tucumana que estuvo presa
por una aborto espontáneo, para tomar la palabra, prometer aborto legal en 2020
y sacarse fotos con todas las chicas con sus pañuelos verdes. Todo en un
ambiente de algarabía en el que la ley parecía un hecho. Tomó todos los guiños
de los movimientos feministas, dijo “chiques”, habló de patriarcado, se puso
corbata verde y procuró que en las fotos oficiales al menos haya una mujer,
reforzando esa idea machista de que la mujer es un objeto que engalana una foto
y le sirve al varón para dar una imagen determinada. En este país en el que
todo un colectivo se quedó a centímetros de lograr su cometido en 2018, vio
todos estos pequeños detalles, los festejó y la expectativa creció y creció. El
riesgo está en lo que describió perfectamente en una frase (referida a otro
tema pero aplica tranquilamente en este) la periodista feminista Mercedes Funes
“Es tal vez el problema de levantar tótems: cuando caen, hacen demasiado ruido”
Por supuesto que algo que es tan
esperado por un sector de la sociedad al que desde la presidencia se le fue
cargando combustible para que esté cada vez más expectante, no se lo conforma
con solamente decir que este año habrá discusión de proyecto, debe haber un
motivo. Y es esto justamente lo segundo que genera indignación. Según palabras
del mismísimo presidente “La verdad es que ahora tengo otras urgencias que van
desde la pandemia hasta la deuda externa”, en definitiva todo lo aprendido en
el debate en el debate del 2018 sobre la urgencia de este problema de salud
pública queda invalidado por otros problemas sanitarios o por otros problemas
económicos. Algunos argumentos del movimiento auto proclamado “provida” en
contra del aborto en todas sus acepciones eran discursos de este tenor: “Con
tantos niños con hambre ¿por qué tenemos que ocuparnos de unas mujeres que
quieren abortar?” “Hay más muertes por accidente de tránsito o de cáncer y no
tantos de abortos, no es tan urgente” decían. Desde que tengo uso de razón en
este país hay un número de pobres incontrolable que nunca baja y los
economistas argentinos son cotizados en el mundo cuando hay problemas porque si
hay algo que sabemos hacer bien los argentinos es vivir en crisis económicas
cíclicas. Yo que no tengo cuarenta años ya atravesé al menos 5 crisis en toda
mi vida. En un país como la Argentina, no querer discutir un problema de base
porque una crisis nos apremia es no querer discutir el problema. Para tomar un
caso bien claro, la entonces senadora Hilda “Chiche” Duhalde durante el debate
por la legalización del matrimonio igualitario en 2010 declaró que “El gobierno
intenta sacarnos de las preocupaciones serias que tiene el país y meternos en
estos temas que hoy no deberíamos estar discutiendo”. Básicamente para Chiche
había otras urgencias antes que un derecho para las personas homosexuales como
hoy para Alberto hay otras urgencias antes que un derecho para las mujeres y
todas las personas gestantes. Y mañana seguramente habrá otras urgencias a las
que evocar cuando se quiera discutir un derecho. Kylie Minogue nos dijo una vez
que “the rush is never ending”
La pandemia pareciera ser la
excusa perfecta para todo lo que no se hace por acción u omisión, pero poco
pensamos qué efectos provoca la pandemia en temas que se suponen no tan
urgentes como el aborto. En un contexto de encierro es más factible que crezcan
los casos de violaciones intrafamiliares, que casualmente (justamente no es
casual) son la mayor cantidad de casos en los que la falta de una legislación
sobre el aborto convierte a niñas en madres, en madres-hermanas, madres-primas
o alguna otra de las aberraciones que suceden cuando la gente está dentro de su
casa y este caso el Estado no le da ninguna herramienta para subsanarlo. Sumemos
a esto, que las escuelas están cerradas y que con la campaña de que cualquier
persona es vector de contagio nadie se prestaría a brindar ayuda a un
desconocido ¿dónde está ese Estado que dicen una y otra vez que está presente?
El último índice marcó que en la Argentina el 60% de los niños son pobres,
quien no se pelea con los datos y puede leer cómo crecen otras curvas asociadas
a la de la pobreza se puede dar cuenta que cuanto más crece la pobreza, más
crecen los abusos, más crecen los embarazos adolescentes, más crecen las niñas
madres, más crece la deserción escolar aunque este punto ya se lo ahorramos
cerrando escuelas y dando clases por Zoom hasta en lugares donde no hay
conectividad ¿en serio en este contexto el aborto no es un tema prioritario y
urgente?
La pandemia también pretende
justificar la postergación del debate del aborto hasta que se desestrese el
sistema sanitario. Pues esto se refuta de una manera muy simple: viendo los
argumentos de las diputadas defensoras del aborto legal en el debate del 2018.
Para quien no lo vio, lo repetimos, legalizar el aborto no genera hordas de
mujeres abarrotadas en hospitales pretendiendo abortar como nos quieren hacer
ver los providas y que esto sumado al coronavirus va a hacer estallar el
sistema de salud por los aires. Quienes terminan hospitalizadas son aquellas
mujeres que se practicaron abortos en forma clandestina con elementos caseros y
condiciones de asepsia deplorables. Practicarse un aborto seguro puede hacerse
en la misma casa con un medicamento y con el seguimiento de profesionales de la
salud que no son justamente los infectólogos. Hoy cuando las camas de terapia
intensiva son un recurso preciado y escaso no es muy inteligente darse el lujo
de además recibir a una mujer que requiere una de esas camas porque tiene una
infección intravaginal porque se metió una percha para sacarse un embarazo no
deseado.
Indigna que quienes tengan que
ver esto, quienes tienen la intención de ver esto y quienes dicen que están
preocupados por estos temas no lo vean. Indigna incluso que personas muy
valorables en la lucha feminista desde Ni una menos hasta la ley de IVE
como Ana Correa (la escritora de “Somos Belén” donde Alberto apareció para
prometer aborto legal 2020) también prefieran que las mujeres esperen, que las
sesiones que militaron virtuales ahora las exijan presenciales para que se dé
el debate y que en la calle esté la gente, la “marea verde” cantando que “si el
Papa fuera mujer el aborto sería ley…” aunque hoy Alberto tenga que pedirle a
su amigo Papa ayuda con el FMI a cambio de ¿nada?. Al parecer
el aborto no es solo un derecho que las mujeres merecen, también es la
posibilidad de muchas se pongan purpurina en la cara suban fotos a Instagram,
porque el pan sin circo parece que no es pan.
Por último el presidente aludió
que “el tema del aborto genera divisiones en la sociedad y hoy es un momento en
el que debemos estar todos más unidos que nunca”. Acaso un tema que consideró urgente
como la expropiación de la cerealera Vicentín ¿no era de los que
generaban divisiones en la sociedad? pero claro, tener “soberanía alimentaria”
o intervención en el valor del dólar tiene más beneficios para un mandatario.
Acaso un tema de base que siempre se posterga como la reforma judicial tiene
carácter más urgente que otros problemas de base que siempre se postergan ¿tampoco
generan ningún tipo de división? pero claro, es necesario acomodar algunos
problemitas judiciales de su gente para gobernar con tranquilidad. Acaso la
mismísima cuarentena más larga del mundo ¿no genera ningún tipo de división?
pero claro, ahí se pone inflexible porque hay que salvar vidas y es sabido que
para un político es mejor salvar vidas del coronavirus que de un aborto
clandestino.
Este es el primer gobierno que
ante tamaño paradigma actual y clima de época decidió crear un Ministerio
de la Mujer que a la fecha no puede contabilizar cuantas mujeres mueren
víctimas de violencia de género en el país y que se quedan bien calladas cuando
un varón toma decisiones que las perjudica, sin embargo sirve para crear el
nuevo mantra que se vuelve inocuo si no hay políticas reales, pero que reza
“Ahora tenemos ministerio”. Y sirve para presenten toda política con supuesta
“perspectiva de género” como un plan de obras públicas (¿?); o el IFE
(ingreso familiar de emergencia) para las empleadas de casa de familia que
consta de 3 cuotas de $30.000 en 6 meses, o sea, $5.000 por mes lo que las hace
querer ir a trabajar de nuevo en plena circulación de virus, en vez de obligar
y a la vez ayudar a los patrones a seguir pagándoles el salario mientras dure
la cuarentena porque eso quizás también genere divisiones en la sociedad; o que
en los estamentos del Estado las comunicaciones empiecen a escribirse en
lenguaje inclusivo, no importa si es un ente técnico cómo el Banco
Central o un espacio de gente mayor de edad como el PAMI,
en adelante los carteles dirán que “todes les jubilades deberán cobrar los
días…” para enseñarles a la esta gente que está en la última etapa de su vida
para qué lado gira el mundo. Cuánta falta nos hacía un ministerio que se ocupe
de estas cosas ¿no?
Es cierto que como el año 2021 es
un año electoral ningún político se quiere jugar a debatir una ley tan controvertida,
por eso es más probable que si se da el debate, se haga recién en el 2022,
cuatro años después del último debate porque al parecer no urge. Y es cierto
también que mientras estos cuatro años transcurran las mujeres seguirán
metiéndose en taperas para abortar o se meterán cosas extrañas en su cuerpo
para lograrlo e irán presas por hacerlo, pero festejemos que ahora que tenemos
ministerio el aborto ya no es clandestino, es clandestine. Menuda diferencia.
Publicado por Juani Martignone
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