CEO´s del feminismo

Después de muchas idas y vueltas, la fallida Revista Beba salió al ciberespacio ahora como Revista Fresca. El escándalo que causó los vaivenes en el lanzamiento, “involuntariamente” sirvió para poner en manifiesto parte de los vicios del feminismo local actual que esta revista feminista venía a denunciar: la hegemonía.

La propuesta de hacer una revista feminista que no siga los cánones preestablecidos del feminismo mainstream pero que sin embargo nos pueda hacer reflexionar sobre el qué es el feminismo, nos entusiasmó a varios y al parecer incomodó a aquellas que creen tener la escritura a su nombre del feminismo local. Un error indicado como un descuido por parte de sus creadoras, desató una campaña que tenía un único fin: que no hablen en nombre del feminismo aquellas que no adscriben a las ideas de la mayoría.

El 21 de septiembre comenzaba la primavera y salía a la luz el proyecto de un grupo de mujeres íntimamente ligadas con el movimiento feminista pero que no adoptan el discurso hegemónico que se plantea en todos los medios que se encargan del tema, que van desde Las 12 (el suplemento feminista del diario Página 12) hasta los stand ups de Malena Pichot en Netflix.

La escritora Pola Oloixarac, quien lidera el proyecto de esta nueva revista, en su última novela “Mona” aborda la temática de violencia de género sin poner a la mujer en la posición de la víctima ni como una cuestión identitaria, por el contrario, la empondera y no hace de su sufrimiento una bandera, sino que nos muestra un mundo donde las mujeres sufren, sí, pero también son capaces de reponerse, de hacer su vida y de hacer daño también. Esto le llevó a obtener críticas de medios feministas acusándola de ensuciar la lucha. El editor Gonzalo Garcés, sin embargo, dijo que Pola habla de feminismo sin el lenguaje del feminismo. En estos últimos días también estuvo en boca de todos por hacer un análisis en tono de sátira del jefe de gabinete Santiago Cafiero. Se burló de como el ala autoproclamada feminista progresista que derretía ante la belleza del funcionario y sin embargo nunca acotó sus vacuos discursos sin un ápice de retórica. Mientras que Lali despotricó contra los “lindos pero brutos”, el feminismo local lo acogió por pertenecer a la dinastía peronista. Pola habló de Santiago desde el feminismo ¿Qué diríamos si de una mujer que está en un puesto de relevancia por ser hija o nieta de alguien importante, sólo hablara de aspecto de su belleza física? Acusaríamos de sexualización y cosificación ¿Y qué pasaría si cuando esa mujer habla nos daríamos cuenta que no tiene nada para aportar? Conjeturaríamos sobre cómo llegó ahí y hablaríamos de nepotismo. Poder tener esta mirada también de los varones, es tener una mirada feminista, sólo que cuando se trata de la casta peronista, no se puede emitir críticas que te tildan de gorila. Y esas fueron las reacciones de todo el arco oficialista, desde el presidente hasta Rial.

 

https://www.lanacion.com.ar/opinion/santiago-cafiero-galan-toxico-sangre-azul-nid2483135

   

Del proyecto Revista Fresca también participan mujeres como Mercedes Funes, la autora de “Feminista en falta” que nos mostró cómo se puede ser una de las mismísimas fundadoras de Ni una menos y a la vez expresar disidencias con el movimiento, ponderar elementos como el cuidado del cuerpo y las vanidades sin que eso le quite las fuerzas para enfrentarse al patriarcado. Y para sumarle diversidad también participa de esta revista Montserrat Montagut, quien en su momento se hiciera conocida cuando se llamaba Ignacio y fue a una manifestación por el día de la mujer con una bandera del Vaticano. Un personaje controversial que fue acusado de abuso porque a los 19 años mantuvo una relación con un chico de 13 y que después de militar durante años en partidos católicos decidió transicionar a mujer trans. Su vida es el argumento casi exacto de una película de Pedro Almodóvar: La mala educación. Sólo que cuando Pedro lo hace se lo festeja por mostrar verdades incómodas y cuando Montserrat (o ciberula) intenta expresarlo, el feminismo local con habilitación para ser feminista le recuerda su pasado, de hecho, Malena Pichot al día de hoy la sigue llamando por “Ingacio” porque no cree en su transición, aludiendo que es sólo para obtener un lugar en los medios. Parece que si a Male no le caes en gracias en gracia, se olvida del “Yo te creo hermana” y adopta el discurso de Milei: “se hacen travas para conseguir beneficios”.

Sin dudas quienes participan en el proyecto de la hoy Revista Fresca son personas que tienen un discurso que molesta en el feminismo hegemónico y establecido pero que habla del concepto más puro del feminismo: correrse del papel de víctima para tener el papel de la acción, tener la libertad de verse como una quiere, y la posibilidad de construirse sin anclarse en las acciones de su pasado. Al parecer, estos beneficios son sólo otorgados para algunas mujeres, las que les caen simpáticas a las que se creen estar al volante del colectivo. Ya había sucedido algo de esto cuando el suplemento Las 12 se negó a siquiera mencionar el nombre de María Eugenia Vidal en sus páginas a pesar de haber sido la primera gobernadora mujer de una provincia dominada por el machismo de los llamados barones del conurbano (no varones, como creyó el gobernador Kicillof) y tras enfrentar una campaña de desprestigio de clarísimo corte sexista que llamó “Heidi”. Al consultar su editora, Marta Dillon, respondió que no habla de feminismo o del machismo que sufren las mujeres que a ella y a su redacción no le gustan. Feminismo pero segregador.

En este caso el motivo que se buscó para invisibilizar a mujeres que no abonan las mismas simpatías partidarias del feminismo glitter, tal como hizo Dillon con Vidal, fue lo que llamaron un abuso de un medio grande para con proyectos independientes comunitarios. Sabemos que para un sector de la sociedad, que es el que más pisa fuerte dentro del feminismo, ser comunitario, auto gestionado, un medio chiquito o pobre, automáticamente te transforma en un producto bueno, de excelencia y con credenciales más que suficientes para hablar de feminismo o de cualquier otro tema, y el problema de la fallida Revista Beba es que no tenía esa carta tan importante que le da credibilidad a las chicas que se tatúan “vivas nos queremos”. El proyecto powered by Infobae, un medio grande y asentado, y sus participantes, mujeres ya consagradas como periodistas y escritoras, automáticamente le quita toda potestad de tener voz en un tema que se supone le ataña a todas las mujeres y a la sociedad entera sin importar quienes somos, cual fue nuestro pasado o a quien votamos cada 2 años.

Haberle puesto de nombre Revista Beba cuando ya existía desde 2018 un proyecto de un medio autogestivo llamado Somos Beba, fue el motivo más que suficiente para hacer todos los esfuerzos posibles para acallar esa voz, que de hecho lo lograron. Desde la revista se asumió el error, dijo que fue un descuido, que desconocían el proyecto e invitó a no pelear por un nombre y sentirse todas unidas a pesar de la diferencia. No fue suficiente. Desde Somos Beba dijeron ser la “únicas bebas” (sic), Male Pichot las llamó “hienas”, y todo el séquito criado con Las 12 vio en una disputa por un nombre una cuestión clasista de un medio grande y hegemónico fagocitándose a uno chiquito y pobre por la mismísima maldad y poder que te confiere ser un medio grande. A nadie se le pasó por la cabeza que un ciberespacio donde todos los días se está creando algo nuevo, se vuelve inabarcable a la hora de controlar todos los nombres y los contenidos. A uno mismo le pasa que intenta hacer algo con la mayor honestidad sin tener del todo la conciencia que otro puede estar generando algo similar. Acusarlo de plagio, es al menos apresurado.

 

 

No bastaron ni las disculpas del dueño de Infobae, ni aclarar que hacían otro producto, ni invitarlas a participar del proyecto o a darle difusión al suyo. Nada. Había que cerrar todo, callarse. La cuenta de Twitter tuvo múltiples denuncias hasta que lograron la baja y la revista tuvo que bajarse de la red hasta cambiarse el nombre. Querían el nombre. Mujeres peleándose y haciéndose callar una a la otra por un nombre, flaco favor al patriarcado que pone a la mujer siempre en las discusiones banales.

 


 

Tampoco bastó que cambien el nombre y vuelvan como Revista Fresca, con notas plantean cosas tales como “Me excita que los hombres primero me subestimen y después me pidan un consejo” “A los 38 me separé, superé un cáncer y me baje Happn: ¡a coger que se acaba el mundo!” o textos plagadísimos de ironía como “¿Cuánto es lo correcto y sororo gastar en belleza para ser una buena feminista?” u observatorios de hombres como “Sergio Berni y la fantasía húmeda de la mano dura”. Este grupo de feministas en un medio poderoso siguen incomodando porque el feminismo glitter condena la belleza y el cuidado de la estética porque considera que prestarle atención a eso es ser víctimas del patriarcado y no simplemente un deseo personal; condenan a todo varón no deconstruido sin admitir que quizás a alguna le puede parecer excitante lo que antiguamente se llamaba “un caballero” o incluso lo que hoy llamamos un “machirulo”; no admite que la mujer utilice su cuerpo como capital sexual porque las corren con el fantasma de la sexualización de la mujer ¿acaso está mal que la mujer utilice su cuerpo para obtener algún beneficio? ¿Por qué le permitimos al varón que si utilice su cuerpo para obtener beneficios? ¿Acaso Santiago Cafiero no gana explotando su capital sexual en detrimento de su capital intelectual, o retórico? ¿Está mal la sexualización en pos de un objetivo cuando es intencional de quien se sexualiza? ¿Queremos un mundo más pacato en el que no se hable de sexo?

Claramente aún quedan muchos temas no resueltos dentro del feminismo, si es que realmente se trata de un movimiento inclusivo que quiere emanciparse de todas las cadenas a las que se ataron a las mujeres sobre todo, pero también a varones que les exigen un rol determinado en la sociedad. Es terriblemente injusto y contrario a sus conceptos que en este país tengamos a CEO´s del feminismo que nos guíen sobre qué cosas podemos decir y cuáles no. No es necesario tener que esperar a que Malena Pichot nos dé el título de feminista para recién ahí poder empezar a hablar. Estas son las consecuencias de que el feminismo haya sido cooptado por un sector político que adora a los caciques.

Hoy ser feminista pareciera que ya no es la difícil tarea de independizarse de lo que los varones le imponen a las mujeres sino independizarse de lo otras mujeres le imponen a toda aquella mujer que pretenda ser feminista.         

 

Publicado por Juani Martignone

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