Acordar en la incertidumbre

Tras el escenario de incertidumbre, tras el golpazo recibido en la PASO y tras tanto reclamo no escuchado, el gobierno encontró una salida ingeniosa y elegante para sostener que “volvieron mujeres” cuando en realidad es un gobierno de señores mayores católicos, y de paso intentar unificar en una sola voz todas las voces que ellos mismos salen a hacer correr, debilitando la gobernabilidad; recordemos que su punto máximo fue la vicepresidenta sacando una carta pública mostrando diferencias con el presidente y haciendo renunciar a todos sus lacayos. Mataron dos pájaros de un tiro y quien unifica todas las incongruencias en un solo discurso es una mujer: Gabriela Cerruti, la portavoz del gobierno. Un nuevo puesto de rango ministerial en una sociedad ajustada que viene pidiendo que la política también ajuste. Ese es el nivel de escucha.

El trabajo de Cerruti es un trabajo realmente difícil porque encontrar un pensamiento rector en el gobierno de Fernández Fernández es como intentar encontrar algo en común entre Trump y Obama; sólo podemos decir que ambos fueron presidentes de Estados Unidos, nada más.

 


Este cuarto kirchnerismo que debió unirse a sus enemigos para poder ganar una elección porque su club de fans ha estado perdiendo socios, es muchísimo más complejo de descifrar que los tres kirchnerismos anteriores. Sigue manteniendo los condimentos clásicos como la victimización y la autopercepción de parias cuando es el peronismo, en todas sus variantes, quien gobernó la mayoría del tiempo desde la vuelta de la democracia hasta la fecha, como también es el kirchnerismo quien gobernó la mayor parte del tiempo del siglo XXI. Mantienen la construcción férrea de que todo aquel que no está en sus filas es el enemigo adjudicándole todos los problemas estructurales, todas las deudas de la democracia, como les gusta decir, a los poquitos años en los que ellos no gobernaron, dando a entender que en 38 años de democracia ellos gobernaron durante 26 muy exitosamente pero bastaron 12 (que la mitad es en el inicio de la democracia) para que todo se destruya. El tema es que por más maligno que Macri sea, jamás podría haber destruido las cloacas y el servicio de agua de red que les llega a los más pobres, sino que esas cloacas y esa agua corriente nunca llegaron en 38 años. Había otras prioridades como poner a una mujer a hacerle decir un único discurso para simular ser feministas; lo que la agenda joven exige y como los jóvenes son tan tarados, no se dan cuenta de la triquiñuela.

En lo que se hace complicado definir cuál es el rumbo que toma el gobierno es en temas como derechos humanos, geopolítica y especialmente economía. Para poner un ejemplo bien gráfico, uno jamás hubiese esperado ver a Néstor o Cristina Kirchner en el Coloquio de IDEA: había una línea ideológica incompatible entre ellos y ese encuentro, pues Alberto Fernández participó este año. El tema no es que cambiaron de rumbo sino que conviven varios rumbos a las piñas. Alberto se va con Guzmán y una comitiva carísima al G-20 a intentar arreglar algo con Kristalina Geogieva (titular del FMI) y en ese mismo momento Máximo Kirchner hace un acto en el que reclama no pagar al Fondo. Guzmán dice que los subsidios a los servicios son pro ricos y el spot de campaña promete lo que un subsecretario aseuró antes: que los servicios no aumenten nunca más aunque todo valga 100 veces más. El presupuesto votado el año pasado era un presupuesto de ajuste y Gollan sale a decir que hay emitir más y ponerle platita a la gente en el bolsillo para que se olviden de la foto escandalosa del presidente de fiesta en Olivos.

El tema vacunas y toda jactancia de ser el gobierno que cuida la salud de los argentinos (y argentinas, no se nos vaya a olvidar de utilizar la repetición para que en el discurso parezcamos inclusivos aunque en la realidad ya nos hayamos olvidados que se sigue muriendo una mujer cada 20 horas por violencia de género y el flamante ministerio de la mujer no hizo absolutamente nada) terminó siendo un juego de dichos y desdichos que lo único que hizo fue horadar la credibilidad de los que decían cuidarnos. Justamente el escenario más peligroso para hacer crecer a los antivacunas, que por suerte y gran tradición sanitarista, no emergieron y siguen siendo grupos marginales. Arrancaron ponderando el estudio que Pfizer hizo en Argentina prometiéndoles el oro y el moro si nos daban prioridad, nos la dieron y después se fueron a buscar Sputnik, por razones geopolíticas. Después Pfizer había pedido hasta los glaciares y por eso no se podía acordar y luego terminando acordando y hoy llegan millones y millones de vacunas del que ayer fue el maldito laboratorio, y de los rusos ya nos olvidamos. Entre estas idas y vueltas durante cuarentenas eternas quedaron en el camino 116.000 personas que fueron enterradas en la más profunda soledad engrosando el número de muertos cada 100.000 habitantes y poniéndonos en el podio por encima de Brasil, que no hizo ni un solo día de cuarentena.

La geopolítica ligada a la ideología son las que responden la cuestión de los derechos humanos. Mientras hace pocos días se colgaban la cucarda de ser quienes intervinieron rápidamente en Bolivia para rescatar a Evo Morales cuando la democracia boliviana comenzó a tambalear, en Nicaragua estaban terminado con todo atisbo democrático previo a las elecciones que obviamente iba a ganar Daniel Ortega, el único candidato, y desde la cancillería dijeron que no se metían en asuntos de otros países. Después se metieron. Ayer repudiaron. El daño ya estaba hecho y nosotros fuimos participes de un gobierno que no encontraba el rumbo respecto de sus ideales de derechos humanos y de lo que sucedía en Nicaragua. De Cuba ya ni se habla.

En lo que sí pareciera que encontraron el rumbo es en el tema seguridad. Cuando hasta hace unos meses éramos espectadores de la pelea filosófica y práctica entre las teorías de Sabina Frederic contra las de Serio Berni, hoy, y gracias a la carta de Cristina, se unificó la ideología y el ministro de seguridad es Aníbal Fernández; ganó la teoría de Berni, ganó la mano dura. El caso de kiosquero asesinado en La Matanza lo confirma: te matan por dos pesos, el territorio lleva siglos de desidia, los vecinos reclaman condiciones mínimas, se los reprime (a los vecinos, obvio), se protege a toda costa a la policía, como lo haría Pato Bullrich, y finalmente se militariza la zona. Inauguramos la tolerancia cero, pero eso sí, los 24 de marzo pedimos llorando al aire que no vuelvan las botas.

Otro punto en el que el gobierno mostró una línea clara y novedosa respecto del partido oficialista, fue el cierre de las escuelas. Pase lo que pase, se vacune a quien se vacune, muestren los números que muestren, el norte es hacer que las escuelas estén cerradas y que todo aquel que quiera abrirlas se transforme en un asesino. El ministro Nicolás Kreplak hace apenas una semana, en una entrevista radial, dijo estar preocupado por la suba de casos en los adolescentes lo cual planteaba rever el tema de las escuelas. Su preocupación era la suba de 30 casos en una provincia de 16 millones de habitantes. Y puso el foco en las escuelas como si los boliches bailables, que están abiertos hace meses, no fueran focos de contagios. La línea “cierraescuelas” nunca fue tan clara.

En este contexto la ponen a Gabriela Cerruti a decir algo que unifique todo dando la sensación de que todos están alineados para el mismo lado. Y en esta ardua tarea hay que reconocerle a Gabi la creatividad que ha tenido para responder. Le hablan de inseguridad y cita un estadística apócrifa que dice que la Ciudad de Buenos Aires tiene más inseguridad que la provincia de Buenos Aires, recordando el viejo vicio kirchnerista de truchar estadísticas, como eso fuera un consuelo; Acusa de fake news a un video en el que se ve al mismísimo presidente discriminando a una provincia porque no los vota, nada más real que un video (incluso completo); y la mejor y más creativa, es cuando un periodista le preguntó cuál es el Plan Económico de la Argentina y ella respondió como si le hubiese preguntado otra cosa para responder, palabras más, palabras menos, “Si usted lo que pregunta es si el Fondo Monetario Internacional nos va a escribir el Plan Económico para que nos diga cómo pagarle, la respuesta es no” No Gabi, no preguntó quién le va a escribir el Plan, preguntó cuál es el Plan. Entiendo el brillante artilugio para torcer la discusión para contarnos por qué el Fondo es malo, pero ¿y el Plan? ¿Hay Plan? (dejo el link del video porque sencillamente es formidable la capacidad de la portavoz para reformular la pregunta, brillante). Hay que reconocer las habilidades de Cerruti para responder a la prensa, y hay que reconocer también que este es un rasgo que recuerda muchísimo al kirchnerismo tradicional; recuerda a las conferencias del hoy devenido en pseudopastor Coqui Capitanich donde hasta rompió un diario Clarín para acusarlo de fake news. Volvieron a lo más rancio de kirchnerato pero esta vez sin olor a huevos, ahora las conferencias de prensa huelen a concha, pues “Volvieron mujeres”

 

https://twitter.com/LucaRomero/status/1456606608251920394?s=20

 


En todos estos desacuerdos Sergio Massa le pide, implora, “un gran acuerdo nacional” a la oposición, y no queda claro qué quieren acordar, qué políticas quieren adoptar ¿la de cerrar acuerdo con el FMI o la de no pagar? ¿La de terminar con subsidios pro ricos o las de mantener a todo el AMBA con tarifas de $70 de luz y $20 de bondi? ¿La de intervención en los países de la región cuando la democracia tiembla o hacer de cuenta que es muy complejo lo que pasa en Venezuela como para emitir una opinión? ¿La de alinearse a los países del G-20 o la de alinearse a los países más flojitos de papeles como Rusia o China? ¿La de las escuelas es lo último que se cierra y lo primero que se abre o la de cerremos escuelas y mantengamos boliches abiertos porque ayer teníamos 3 casos y hoy tenemos 30?


Como sea, pueden acordar o no con la oposición, el juego político mostrará sus garras, pero lo que verdaderamente preocupa es que esa incertidumbre, esas ambigüedades, estas idas y vueltas, marchas, frenadas y contramarchas, bajan directamente sobre la población. Una población más empobrecida, más embrutecida, que hace años no ve un horizonte de futuro, al menos lejano, al menos para creer que si seguimos en ese camino nuestros bisnietos la van a pasar mucho mejor que nosotros. Esa incertidumbre nos hace ir a refugiarnos en una moneda que valga algo en algún momento como los dólares, lo que hace que aumente (básico: a mayor demanda, mayor precio); hace que si no podemos acceder al dólar, entre tanta y tanta restricción, nos gastemos todos los pesos ahora porque el futro el hoy, lo que provoca el aumento de la inflación (de nuevo, mayor demanda, mayor precio); hace que por más que nos prometan lo que nos prometen no les creamos porque ya prometieron y ya hicieron todo lo contrario por atrás (desde Alberto rompiendo la cuarentena hasta Macri no ateniéndose a derecho en un juicio por espiar a viudas de trabajadores estatales precarizados muertos por desidia del Estado), lo que provoca que queramos ir a votar, porque estamos seguros que nada cambiará. La sensación es que no hay futuro, que estamos esperando eso que ya vivimos: que un buen día, todo explote por los aires y sálvese quien pueda.

En este contexto mañana vamos a elegir la renovación de nuestro Congreso. Felices comicios para todos.   
         


Publicado por Juani Martignone

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