Nacionalismo barato y filosofía de goma

Hace cuarenta años mi mamá estaba embarazada de mí y la Argentina iniciaba una guerra con una potencia mundial por un archipiélago porque unas cuestiones técnicas le decían que le correspondían. Siempre consideré que de todas las discusiones que hay en este país, la más estéril es la que quiere resolver de quien son las Malvinas. Por dos motivos: el primero que niega que esa tierra le pertenece a los que viven allí, trabajan allí, mueren allí y dejan su descendencia allí, adoren a la bandera que adoren; segundo porque la discusión obtura uno de los hechos más dramáticos y a la vez más icónicos de la última dictadura como lo fue una guerra en la que murieron 600 argentinos, en su mayoría jóvenes inexpertos en la materia. Paradójicamente para mí, la discusión sobre de quien son las Malvinas es de las pocas en las que los argentinos no se dividen en grietas insalvables: la mayoría cree que son argentinas, que nos corresponden, que tenemos derechos sobre ellas. De alguna forma los argentinos  siguen en esa plaza del 10 de abril vitoreando a Galtieri.

 


Se acerca el mundial de futbol, ayer mismo se podía sentir la excitación en las calles por saber con qué grupo le tocaría competir al seleccionado argentino. El seleccionado peruano está en instancia de repechaje, aún no está confirmada su participación en el mundial, y el consenso entre los argentinos se vuelve a dar sin grietas al desear que Perú ingrese al mundial; los argentinos tienen buenos recuerdos de Perú. “Perú fue el único país que nos ayudó en Malvinas” se escucha repetidas veces entre todas las clases sociales y todos los niveles de estudio para avalar a los peruanos. No hace falta conocer Perú para enumerar las maravillas y las cosas buenas que salen de ese país, sin embargo para el argentino medio lo más importante es que nos apoyó en la decisión más irracional y trasnochada que tomó un gobierno dictatorial, como fue la invasión de Malvinas. Si a esto le sumamos la sospecha de compra del resultado del 6-0 de Argentina-Perú en el mundial 78 para que el seleccionado argentino llegue a la final de la copa y la terminase ganando, hecho que le dio popularidad y aceptación al gobierno de facto, podría decir que justamente lo único malo que tiene Perú es que durante los 70 el gobierno peruano fue colaboracionista de la dictadura más sangrienta en nuestro país, ayudando a ganar un mundial de futbol por popularidad o ayudado en una guerra, por popularidad también.

Hoy se cumplen 40 años del inicio de una guerra absurda, hecha para legitimar a un gobierno sangriento y para nosotros es feriado, es una fecha a rememorar, es un ¿festejo? Este feriado es el mayor aval de que para los argentinos estuvo muy bien ir a dejar la sangre de nuestros pibes regada en una tierra ignota para “recuperar” aquello que decimos que es nuestro. Si así no fuera, haríamos feriado el 10 de junio para festejar que fue el día que por fin terminó la locura y dejó derrotado, sobre todo, a un gobierno fatídico; porque gracias a los muertos de la guerra y al fracaso militar en las islas hoy gozamos de nuestra democracia que, aunque imperfecta y joven, sabemos que es la única solución a todos nuestros problemas, incluso cuando suceden cataclismos como el de 2001.

Los sentimientos que genera Malvinas tiñen nuestro raciocinio. Por supuesto que no se le puede pedir a un familiar de alguien que quedó en esas islas que intente ver el lado político y social de la guerra, cuando ese que está hoy en el cementerio de Darwin nunca más va a volver. Pero como sociedad sería interesante plantearnos cuánta legitimidad tenemos sobre un pedazo de territorio del que no hay registros fuertes de que alguna vez lo hayamos habitado.

La primera pregunta que me hago es por qué creemos que las Malvinas son argentinas ¿porque comen asado y dulce de leche como nosotros? ¿Porque son fanáticos del futbol como nosotros? ¿O porque tienen ese no sé qué que tenemos los argentinos? La mala noticia es que un habitante de Malvinas se parece mucho más a un inglés, que a un argentino. La ciudades, su conformación, sus comidas y sus costumbres son más inglesas que argentinas. Un país puede ser un territorio delimitado por un límite técnico que adentro contenga tantos pueblos, tantos usos y costumbres como los que quepan en ese pedazo de tierra, eso sí, ningún límite geográfico cartográfico puede asegurar que entre esas fronteras exista una Nación, nos alcanza con ver lo que sucede en España con los catalanes y los vascos, o más aún, lo que pasa con los mapuches en la Patagonia argentina. Lo cierto es que si técnicamente las islas Malvinas pasaran a ser legalmente argentinas nunca conformarían la Nación argentina, o al menos llevaría siglos, porque a una nación no la define los límites del territorio sino los usos, costumbres, culturas, historia conjunta, símbolos que nos unen; es por eso que la resistencia mapuche se niega a aceptar la imposición de una lengua, una cultura, una religión, una forma de concebir el mundo. Con los kelpers pasaría lo mismo.

Tomarse de un tecnicismo para justificar una invasión sobre un territorio porque se lo reclama como propio es lo que hoy está haciendo Putin en Ucrania, con todas las similitudes del caso. Por geografía, por historia ancestral, el origen de la cultura rusa habría tenido lugar en lo que hoy es Kiev, la actual capital de Ucrania, ese es el motivo suficiente para que un autócrata como Putin (como lo fue Galtieri también) invada ese territorio y lo reclame como propio. Olvida intencionalmente que durante siglos en ese pedazo de tierra vivieron, crecieron, formaron una cultura y dejaron descendencia una Nación que se hizo llamar Ucrania, que se auto percibió distinta y que se construyó de ese modo ¿en serio alguien le tiene que venir a decir que biológicamente o geográficamente es otra cosa? El deseo de Rusia sobre Ucrania no es honrar la historia sino meramente expansionista, conquistar territorios ¿Acaso nuestro deseo sobre Malvinas es el mismo? ¿Expandir nuestro territorio? Quizás creemos que tenemos poca tierra para crecer o quizás solamente queremos honrar el trabajo de los cartógrafos que dicen que por plataforma submarina esas islas pertenecen a una bandera específica. Vayan a explicárselo a la cuarta generación de isleños que trabaja en esas tierras desoladas para tener un lugar mejor que en realidad no son lo que ellos creen. No pueden interesar los mapas o nos pueden interesar la gente que vive en esos lugares que dibujan los mapas.

La discusión por la propiedad de Malvinas es más parecida a la Palestina e Israel: Un territorio que por historia le pertenece a los judíos, los cuales fueron sacados de ahí y se impuso una colonia inglesa llamada Palestina, hoy es reclamado por los legítimos dueños, los judíos, el problema es que dentro de ese lugar y durante los últimos años se fue creando una nueva cultura, una nueva Nación, una Nación colonial sí, como la malvinense sí, pero una Nación al fin. Y es justo que, al menos, se escuche a quienes allí viven, vivieron y la hicieron crecer. También es justo que se escuche a quienes se les negó habitar las tierras, llámese judíos en Jerusalén o argentinos en Malvinas. Todos tienen razón y buenos motivos. La creación del Estado judío de Israel y la independencia como colonia inglesa de Palestina dividiéndose el territorio de forma salomónica podría haber sido una solución, como la propuesta de que Gran Malvina quede a los ingleses y Soledad a los argentinos o viceversa, sin embargo hoy vemos como los Palestinos reclaman más territorio y atacan y los israelíes responden con más virulencia y aprovechan a expandir más su territorio con cada conflicto que desatan. Los problemas complejos requieren soluciones complejas y las guerras parecieran ser la solución más simple, siempre es fácil pegar que acordar.

Lo curioso es que para el argentino medio, las Malvinas son argentinas, Palestina es una víctima de Israel y Putin es un loco pero cualquier cosa es mejor que Estados Unidos; una ensalada ideológica que no soporta un análisis de complejidad baja. Ese es el primer problema con Malvinas, que no tenemos un principio rector que nos guíe en nuestros pensamientos y en nuestra forma de tomar posiciones, apoyamos o repudiamos por el sentimiento que nos genera, como un patovica que decide quien entra o quien no a un boliche: según lo que le genere la persona que tiene en frente, lo que llamamos “una cuestión de piel”. Así también votamos.

Me resulta más interesante estudiar qué sucedía con Malvinas antes de 1982, me parecen interesantes los trabajos del historiador Federico Lorenz sobre el tema, por ejemplo. Saber que antes de la guerra los isleños cruzaban muy seguido a Río Gallegos a hacer sus negocios, Argentina era el principal proveedor de frescos y frutas y verduras de la isla, las mujeres viajaban a hospital británico a parir y en general tenían fuertes lazos con los argentinos, de amistad, de amor, de familiaridad; aun hoy en las islas persiste el uso de la palabra “che” tal como la usamos en Argentina a pesar de que ellos hablan inglés. Esas relaciones que nos hacían más pares, más parte de un mismo todo con los habitantes de Malvinas se quebraron un 2 de abril de 1982. Y eso es lo que hoy festejamos este feriado.                  

 

Publicado por Juani Martignone

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