Se embarazan por un plan

Las declaraciones del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, sobre la asignación universal por hijo dejan expuesto a la luz una idea bastante asentada en nuestra sociedad y que es errónea y básicamente suelen resolverla, quienes la proponen, con el axioma: se embarazan para cobrar un plan. Mucho podría decirse de cuánto significan hoy $6000 en esta economía, con esta inflación, pero asumo que los lectores sabrán hacer cuentas simples. Cuando alguien dice que una mujer se embaraza por un plan sería como decir que cuando alguien se jubila vive una buena vida sin trabajar, cuando bien sabemos que una jubilación ni siquiera alcanza para la subsistencia.

 


El primer mito a derribar es que la asignación universal por hijo no es un plan social, no es un bono que cobran sólo los más desprotegidos o quienes están en emergencia sino que, de una u otra forma, lo cobra toda la población, o al menos así debería serlo porque ese es su espíritu universal; la corrupción siempre puede colarse en algún intersticio. Hace unos días un compañero de trabajo que está por ser padre fue a retirar el bolso con elementos para el bebé que le entrega su cobertura de salud prepaga, no hablamos de obra social, no hablamos de salud pública, sino de medicina prepaga. El bolso con productos fue para él y no para mí o para otro compañero, sino para él, el que va a ser padre ¿acaso debería pensar que él cobra un plan que yo no cobro por tener un hijo? ¿Acaso debería pensar que embarazó a su mujer para que le den un bolso lleno de productos? Si quienes sostienen la idea que quienes cobran la AUH están cobrando un plan, deberían sostener, siguiendo la misma lógica, que un empleado en relación de dependencia que tiene hijo también cobra un plan distinto de los que no lo tienen porque todos los meses cobra familiaridad. También deberían sostenerlo en aquellos que ganan más de la media y pueden descontar del impuesto a las ganancias un monto por cada hijo que tienen.

Podemos concluir, con total certeza, que toda persona que trabaja o no trabaja recibe un monto, quizás mínimo, o un descuento o un beneficio por tener un hijo y que se incrementa cuantos más hijos se tiene. Sin embargo, de un trabajador no se dice que se embaraza para cobrar ese monto u obtener ese beneficio, se dice de quien no trabaja o quien tiene un trabajo informal o quien es monotributista, lo que denota una fuerte mirada clasista. ¿Acaso alguien que no trabaja o tiene un trabajo informal o es monotributista no tiene derecho a tener un hijo? ¿Acaso a toda esta gente no le cuesta dinero tener un hijo como le cuesta a alguien que trabaja en relación de dependencia o paga ganancias? ¿Por qué sólo vemos que son los pobres quienes usan a sus hijos de botín de guerra y no lo vemos en los demás? ¿Acaso nunca se cruzaron con alguien que quiso colarse en la cola de un avión porque tenía chicos chiquitos y estaban cansados? ¿Acaso ellos no usan a sus hijos de botín de guerra para obtener un beneficio por encima de los demás porque pueden tomarse un avión?

Cuando Larreta asume que la gente que está cortando una calle con los chicos a cuestas, los están usando de botín de guerra, está teniendo una visión puramente clasista en contra de la gente más pobre. Esa mirada no la tuvo cuando miles de mujeres, también con sus hijos a cuestas, cortaron calles y calles para reclamar por sus derechos en un 8M o para pedir la legalización del aborto. A ellas no se las persiguió para sacarle los planes porque tenían derecho a cortar calles por lo que creían justo; los pobres, no.

Esto demuestra varias cosas. La primera es que Larreta no es el socialista que nos quieren convencer Milei y compañía. Es cierto que la Ciudad de Buenos Aires tiene un Estado grande, fuerte y mucho más presente que en un pueblo en el cual saludan al intendente cuando dan la vuelta al perro. Es probable que las políticas del gobierno porteño sean lo más parecido a la socialdemocracia (muchas, muchas comillas) porque vivimos en un país donde la regla son los feudos, los provinciales, los locales e incluso los nacionales: todavía hay gente le tiene devoción a Cristina Kirchner o a Mauricio Macri como si fueran figuras sacrosantas. Ahora bien, todo esto, en sí, no puede tildarse de un gobierno socialista porque el socialismo no podría tener jamás una mirada tan peyorativa de los sectores más desfavorecidos de la sociedad, como la que tuvo Horacio Rodríguez Larreta, esa es una mirada de la derecha más libertaria. Se entiende, quizás, en un país que juega siempre el juego del catch all, pero ese juego también hace dejar las ideologías de lado.

Por otra parte, estas declaraciones demuestran cuanto se desconoce de la paternidad, sobre todo de la maternidad, porque las que están con sus hijos cortando una calle son las mujeres, los hombres están en otro lado, quizás esperando que los llamen para una changa, quizás en otro “frente de batalla”. La pregunta es sencilla ¿con quién dejan a sus hijos las mujeres que quieren ir a luchar por algo que creen justo? La respuesta también es sencilla, los dejan con los mismos que los dejaron las mujeres que estuvieron en la marcha del 8M: con quien pueden o sino los llevan a cuestas. Es problema es que somos sommeliers de reclamos, si cortan por un plan creemos que ese reclamo no está bien y le caemos porque van con los hijos; de la misma manera que cuando cortaron calles por el aborto, las pañuelo celeste le cayeron a las que fueron con los hijos. Vivimos en un país donde cada uno puede hacer el reclamo que considere justo, pero nos gusta jugar a ser jueces y bloquear esos reclamos de antemano.

Creo que todos compartimos el deseo de Horacio Rodríguez Larreta de que todos los chicos deben estar en la escuela, pero cómo hacerlo en un país donde el 70% de esos chicos que debería estar en la escuela es pobre, cómo hacerlo si son hijos de dos generaciones anteriores que no terminó la educación media. Ellos son, en parte, los responsables, los que deberían dar respuestas para que nadie tenga que salir a cortar ninguna calle haciendo faltar a sus hijos a la escuela, que es el único lugar que podría sacarlos de esa situación. Sin embargo, lejos de compadecerse con esa situación, se la castiga. Perdón Milei, eso no es socialismo.   

 

Publicado por Juani Martignone

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