Te había avisado
Hace 217 textos atrás, en el primer texto que dio inicio a este espacio, titulé “Yo te avisé”. Para quienes no quieran volver capítulos anteriores, porque entiendo que en la cultura actual ya es engorroso leer un promedio de 1500 palabras de corrido en un mismo texto, aquel primer escrito fue con motivo de la detención de Amado Boudou y de la reacción del incipiente macrismo que la jugaba de moderado y de repente, con ese hecho, mostró su sed angurrienta de venganza. Escribí que la cuestión vengativa, el hacer parir al adversario, eran características del kirchnerismo, que hoy es ese cotolengo que llaman “kirchnerismo duro” para diferenciarse, pero que en ese momento todo era kirchnerismo; por lo tanto, concluí (además de sintetizarlo para que no tengan que volver a leer, voy a dar la conclusión para que no tengan que pensarla) que aquellos que decían diferenciarse del kirchnerismo, decir que eran el cambio, algo distinto, eran exactamente lo mismo, solo que de forma especular. Una fuerza de igual adoración por su líder, cual figura religiosa, de bajísima autocrítica y sedienta de venganza para aquel que no coincide con sus ideas políticas.
Si fuera Nostradamus podría decir
que aquella profecía de diciembre del 2017, se está cumpliendo: el macrismo
está cada vez más cercano a ser un cotolengo que sólo quiere a Macri y que está
dispuesto a escupir en la cara a todo aquel que no responde de forma orgánica
para con su líder. El último ejemplo, y lejos, lejísimos, de defender la figura
de Majul fue el tan mentado episodio de Casero en el canal ultra macrista LN+.
Muchas interpretaciones pueden darse a ese momento televisivo, pero
puntualmente, me voy a detener en el ataque posterior de la legión macrista
(¿será La Cámpora de ellos? ¿La Puto Bullrich?) en defensa de Casero y atacando
a Majul por no haber sido lo suficientemente macrista, como alguien que le reza
a San Macri pretende. Si me piden rápidamente que ubique a Majul en algún lado
de la grieta, casi sin pensar lo ubico del lado macrista; y se me dan más
tiempo para pensalo, lo vuelvo a ubicar del lado macrista; y si tengo acceso a
todo el archivo de Majul para revisarlo y dar mi veredicto, diré que está del
lado macrista. Sin embargo, para un macrista, un verdadero macrista, el que
tiene el cuadro de Mauricio y Juliana colgado en su casa, eso que hace Majul no
es verdadero macrismo. La misma actitud que tienen hoy los kirchneristas con
Alberto Fernández después de taladrarnos hasta el hartazgo de que votarlo era
una gran jugada de ajedrez que había pensado su reina política y espiritual.
El affaire Casero-Majul no sólo
se quedó en esas dos figuras, estos fundamentalistas de Macri arremetieron con
todo aquel periodista que no dice explícitamente que Mauricio Macri es y fue lo
mejor que le pasó a la Argentina desde que Argentina es Argentina. Caen María
O´donnell, Nacho Otero, Luciana Geuna, Ernesto Tenembaum, y larga cantidad de
etcéteras de periodistas que no pliegan. De la misma forma que le pasa a La
Cámpora, que por ser una organización predominantemente joven (entendiendo
joven como menor de 50 años, cosa que en la política argentina es bastante
joven), esta legión de jovencitos macristas comenten el error cliché de todo
joven: la ignorancia de la historia. Desconocen que O´donnel escribió dos libros
donde investigó, en uno, cómo los intendentes kirchneristas se quedaban con las
cajas, y en otro, la trama de corrupción que armaron con el sistema de
propaganda oficial que la jugaba de periodismo militante y que hace apenas unos
días tuvo uno de sus desenlaces: Orlando Barone, periodista del programa
panfletario 678, le ganó al Estado un juicio por 15 millones de pesos;
hacían ese periodismo porque decían creer en la militancia del Estado, pero
cuando el Estado no les dio lo que esperaban le sacaron 15 palos porque sabían
que sacárselo al productor que se quedó con la torta de guita publica era más
difícil. Desconocen también que Ernesto Tenembaum durante los 12 años de
kirchnerismo recibió el mote de “TN baum” aludiendo a que su voz en realidad
era la de Magneto; que Geuna es la aprendiz y amiga personal de Lanata; y que
Otero fue quien se bancó estoicamente la arremetida contra todos los
periodistas del grupo en el que trabaja cuando desde el kirchnerismo imprimían medias
con dinero público que decían “Clarín miente”.
Expresar matices, disidencias, no
está permitido para grupos que pretenden ser ultra algo: ultra kirchneristas,
ultra macristas. Yo no veo la diferencia en eso. Veo gente radicalizada
queriendo imponer a fuerza de “militancia” su idea por sobre la de los demás
sin lugar a siquiera conversar. Pretenden bajar un discurso, cual biblia, y que
todo lo aprendamos de memoria como los diez mandamientos. Yo también puedo
tener diferencias con el periodismo y cómo maneja los temas, pero bajo ningún
punto de vista se me ocurriría la idea fascista de arremeter contra ellos, de
censurarlos, de ponerlos en la picota pública. Eso hizo el kirchnerismo durante
los 12 años del “vamos por todo” y es lo que pretende hacer el macrismo
instalando una figura vetusta como la de Macri. Yo ya les había avisado que
este era el fin del camino si buscaban la venganza contra los K: transformarse
en ellos.
El escándalo Casero no es más que
una parábola del argentino medio: un cúmulo de frustración, de bronca, de
sentir que mientras todos se están cagando de hambre el periodismo analiza
letra por letra el discurso de Cristina; la presión de querer buscarle una
solución a todo este pantanal y no encontrarla mientras alguien espera que
seamos graciosos. Después de todo Casero lo fue, fue ese mítico humorista que
partió la cabeza con Cha cha cha, cuando dijo que a los
periodistas cuando les va bien se ponen pantalones chupines. Magistral. Eso
sólo debió quedar, sin embargo algunos quieren salir a jugar a la guerra contra
el periodismo, eso que ya hicieron una década atrás y salió mal.
Como argentinos, somos una máquina de repetir historias que ya fallaron. Yo te vuelvo a avisar.
Publicado por Juani Martignone
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