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Mostrando entradas de abril, 2018

La creatividad dentro de la grieta

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A esta altura está clarísimo que en nuestro país vivimos dentro de una grieta constante y sonante que gobierna absolutamente todos los índoles de nuestra vida, incluyendo lo que opinamos desde los bombardeos en Siria hasta una adolescente que no usa corpiño o bien, nuestros gustos desde los musicales, actorales, literarios hasta las comidas como el sushi o el choripán. Quien se encuentra en cualquiera de los lados de la llamada grieta tiene límites en su pensamiento y una obstinación férrea para no moverse de ese lugar. Particularmente no conozco persona alguna que se haya movido de un lado al otro de esta famosa grieta (y aquí no incluyo políticos ni periodistas que hay de a miles). Uno de los últimos temas que parece que sólo se puede dirimir bajo los lineamientos que impone la grieta es el tema tarifas de servicios públicos. Quienes están de un lado te dirán que “es imposible seguir pagando valores irrisorios por los servicios como se venían pagando y que hay que actualizar para

El eterno drama latinoamericano

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Hace unos cuantos días me encontraba entre aviones de regreso a mi país y por esas cosas de los vuelos largos tuve que hacer una escala en São Paulo para la cual elegí quedarme todo el día y meter un poco mis narices en una de las más grandes ciudades latinoamericanas. El avión venía repleto de brasilero, como era de esperar, y apenas puso sus ruedas en tierra paulista percibí que casi todos encendieron sus teléfonos celulares y de repente quien venía detrás de mí gritó en tono de festejo “prendieron a Lula”. En ese momento comprendí que iba a estar todo un día en Brasil el mismísimo día que Lula fue preso. La ciudad estaba casi desolada a las 8 de la mañana, sólo algunos pocos en los bares tomando su café da manhã y decenas de homeless aun durmiendo en las calles, lo único que tenía vida en ese momento era el más grande barrio chino que vi en ciudades de esta envergadura y allí estuve unas horas hasta que la fisonomía citadina comenzó a cambiar, el calor se empezó a sentir, los

Esa herida que decimos que duele

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Existen algunos momentos muy puntuales en los un argentino explota y exuda nacionalismo del más esencial (por no decir básico) llevándose todo por delante y haciendo gala de sus dotes de los mejores del mundo, cualidad por la que somos bastante odiados en exterior y me atrevería a decir que sobre todo en Latinoamérica. Uno de esos momentos es sin dudas el mundial de fútbol, otro podrán ser las elecciones si es que ganó el partido al que votaste (experiencia por la que nunca pasé) pero hay uno que es el que siempre me llamó poderosamente la atención, y fue todo lo relacionado a la guerra de Malvinas. Pregúntenle a un yankee si existe algo más efectivo que una guerra para sacar al patriota más irracional que vive en vos. El último 2 de abril hice algo que cualquier hijo del Tío Sam argentino (¿Roca?) hubiera repudiado enérgicamente hasta quitarme la nacionalidad argentina. El último 2 de abril estaba en Londres, si Londres, “el imperio ladrón que nos robó las Malvinas y nos mató a nu