Del nicho a la arena pública

El historiador Felipe Pigna sube un podcast sobre peronismo y para promocionarlo en Twitter dice que se ocupará movimiento del que la academia no se ocupa. Camila Perochena, la joven historiadora que condujo el podcast de historia más escuchado en el 2019, La banda presidencial, cita el tweet de Felipe aclarando que si hay un movimiento que ha generado grandes producciones académicas, ése es el peronismo. Lo insta a que al menos revise Google scholar si es que no quiere revisar la cantidad de libros, papers y artículos de revista científica que se escribieron sobre el movimiento que le rinde culto al general Perón.
Pero esto no quedó acá, @camilasarasa (ese es user de Twitter de Perochena) recibió una catarata de respuestas visibles acusándola de tener desprecio por quienes hacen de la historia algo popular o explicándole que Pigna no es un académico de la historia sino un divulgador. A lo que Camila respondió que si se es divulgador justamente no se puede divulgar una mentira (como que el peronismo es un movimiento que nunca ocupó el interés de la academia) y que si Felipe no se considerara parte de la academia no estaría ahora intentando hacer justicia en un podcast.
Pero a este hilo llegó la respuesta, también en forma de hilo, de la historiadora conocida por su user @decimononica quien dijo eso que muchos ya sabemos desde hace tiempo: que Felipe Pigna no es sólo un divulgador sino que utiliza frases marketineras para vender el relato histórico que va a contar, para enganchar al que lee, mira o escucha. Para conquistar nuevos adeptos Felipe ha dicho que Moreno fue el primer desaparecido de la Argentina o que si Evita viviera sería abortera y anticlerical, cosa que tanto para decimonónica como para camilasarasa son aberraciones históricas, descontextualizadas. La idea de hacer de la historia algo atractivo implica ponerla en términos simples: buenos y malos, principio, nudo y desenlace y plantearla como algo cíclico para lograr un anclaje con actualidad (“esto que vivimos ya pasó hace 100 años, la historia se repite”)
En principios del siglo XXI donde las redes sociales pasaron a tener un rol preponderante en la comunicación a nivel mundial, en un hilo de tweets de 280 caracteres le dieron la posibilidad al público común de presenciar un debate que hasta hace muy poco pertenecía al nicho de los historiadores: corrientes revisionistas versus corrientes de contexto. ¿Cómo debemos ver la historia? ¿Cómo un cúmulo de personajes de comics que son ultra villanos contra súper héroes? ¿O tenemos que comprender que la historia son procesos, en los que quienes hacen actos heroicos también hacen actos despreciables y no siempre tiene que ser un producto atractivo? ¿Para hacer de la historia algo popular es correcto tergiversar ciertos datos o hacer deducciones estrambóticas?
Seguramente no vayamos a saldar hoy este debate, lo cierto es que si no fuera por las redes sociales, estos intercambios se estarían haciendo en nichos donde sólo participan académicos. Entre Pigna, Perocherna y Decimononica hicieron de esta cuestión tan historicista algo bien popular. Eso que algunos dicen que Perochena desprecia por no gustarle Pigna.
Transformar un debate académico en algo opinable por la gran masa y que a su vez este sea un intercambio productivo incluso sin llegar a saldarlo, no es sencillo. Las redes sociales son una herramienta que en este caso funcionan muy bien como proyector de ideas a gran escala. Esto Jimena Barón lo sabe muy bien y lo utiliza a su favor. En la última semana y para promocionar su nuevo tema, publicó en su cuenta de Instagram una foto que simula ser uno de los avisos de prostitutas que se pegan en las calles y que la mucha gente los arranca desaforadamente. Por supuesto, la polémica estalló. Todos aquellos con familiares víctimas de la trata acusaron a la cantante de fomentar la reclusión de mujeres para la prostitución, o sea fomentar la trata de personas.



En particular cuando lo vi la imagen me chocó y me pareció fuerte pero entonces recordé que en el año 2017 participé de un evento TEDx en el que Georgina Orellana, titular de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) dio una charla incorporando la idea que la prostitución también puede ser una elección, la idea de utilizar su propio cuerpo, apropiándose de él para sacar un tipo de rédito es un modo de empoderamiento, o sea uno de los objetivos del feminismo. Una idea quizás controversial pero para nada despreciable. Y como si fuera casi premonitorio la respuesta de Barón al escándalo fue una foto con la mismísima Georgina.




Esta simple foto me revivió esa charla polémica que fue la que más me hizo ruido en aquel evento, lo que me obligó a volver a investigar y a volver a leer sobre el tema. Me encontré con las corrientes abolicionistas y las reguladoras, la experiencia alemana y la nórdica, con el premio que le dieron en Europa a AMMAR por su lucha contra la violencia institucional y la defensa de los derechos humanos, con la última película que protagoniza Jennifer López, Estafadoras de Wall Street, en la que muestra como dos mujeres eligen utilizar su cuerpo para seducir hombres ricos, estafarlos y sobrevivir de así de la malaria que viven, con largas crónicas en blogs de varones que se prostituyen y cómo en su caso la mayoría lo hace por elección y sin intermediarios, con un montón de feministas que se vieron obligadas al menos a dar su punto de vista por Twitter, como Florencia Freijo, Diana Maffia, Ana Correa, Florencia Etcheves, con toda una explosión de comentarios de gente común que aportó con sus opiniones en Twitter y sobre todo con un debate que llegó al seno de nuestras familias, grupos de amigos, trabajo.
¿En serio hay mujeres que eligen ser prostitutas? ¿Por qué la mayoría de los varones que se prostituyen lo hacen por elección? ¿Acaso hay una desigualdad también esto cuando del género se trata? ¿Debemos abolir la prostitución y castigar con altas penas a quienes consumen prostitución? ¿O la abolición es un concepto utópico? ¿Y mientras tanto? ¿Dejamos a esas prostitutas y prostitutos a espaldas del Estado? ¿O regulamos la actividad para asegurar la integridad física y la sanidad de esos trabajadores? Es cierto que la trata de personas se da un contexto de clandestinidad ¿Entonces regulando la prostitución y dándole un marco legal podemos empezar ver estadísticas y necesidades para mejorar esa situación? Cuando hablamos de aborto decimos que para mejorar índices de casos e índices de mortalidad es necesario sacarlo de la clandestinidad ¿Ocurriría lo mismo con la prostitución?
No tengo ninguna de estas de estas respuestas y seguramente no saldaremos en breve este debate, pero una vez más, y de la misma manera que sucedió con los historiadores, un discusión que se viene dando hace décadas puertas adentro del feminismo, hoy pasó a la arena pública gracias a las redes sociales.
Debatir, incorporar visiones, salir a investigar para formarla, perderse en idas y vueltas de ideas, siempre es saludable aun incluso si nunca nos ponemos de acuerdo, mejora el debate público. Por eso, a pesar de que a Camila Perochena y a Jimena Barón se las critique por ser mujeres que no son consecuentes con el relato hegemónico de los movimientos en los que participan (historicismo y feminismo, respectivamente) siempre es bienvenido que vengan a sembrar la semilla de la discordia con una foto o con 280 caracteres para obligarnos a pensar y salir de la hegemonía impuesta, aunque sea para ver todo desde afuera y luego volver.
Porque aunque uno no cambie de idea, los debates nunca nos dejan iguales, siempre nos enriquecen.                

Publicado por Juani Martignone
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